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Libro 3/ Página 109 y 110

(...)

—Sophie.

Abrió los párpados.

—Nadie más que yo te ama—dijo Rafal, su voz como un puñal—. Nadie te amará jamás, excepto yo.

Sophie miró sus pupilas y vio su propio reflejo. El anillo se enfrió en su dedo. La voz de Agatha en su interior se calló.

Rafal la sujetó de la cintura y, esta vez, Sophie no se resistió. Mientras la guiaba hacia la escalera de los Líderes, oyó que la voz del Director hacía eco en su interior... Nadie excepto yo... El eco se hizo profundo, cada vez más profundo, como un guijarro en un pozo, hasta que permaneció en el fondo como una verdad irrefutable. Levantó la mirada hacia Rafal y se acurrucó aún más a su lado, temerosa de soltarlo...

Se detuvo en seco.

Había un joven de pelo azabache parado más adelante, al borde del vestíbulo. Tenía el pecho robusto, y los músculos del abdomen se adivinaban a través de la camisa negra de su uniforme, y sus pantalones revelaban pantorrillas lisas y cinceladas. Un flequillo oscuro caía sobre su frente, y la nariz larga era la única facción desproporcionada en su rostro pequeño con forma de corazón. Sophie respiró profundamente, atraída por su postura elegante y erguida, y durante un momento pensó que se trataba del hombre desconocido de su sueño. Pero era demasia do joven; era evidente que era un alumno. Pero no lo reconocia de ninguna de las escuelas...

Entonces Sophie vio sus ojos.

La miraban con odio.

Sus ojos saltones de comadreja.

—¿No deberías estar en algún sitio, Hort?—dijo el Director, fulminándolo con la mirada.

Hort miró aún con más odio a Sophie al observar su mano en la de Rafal y, por último, levantó la mirada.

—He estado lanzando martillos en el gimnasio, Director—dijo con voz monótona y fuerte—. Para ganar tiempo.

—Bien. Has escalado hasta los primeros lugares, me han dicho—dijo el Director, abrazando con más fuerza a Sophie y asegurándose de que Hort lo viera—. Sigue esforzándote, Capitán.

Hort lanzó una última mirada de odio a Sophie antes de ingresar en las alas.

Sophie no se movió; el corazón saltaba de su pecho. ¿Primeros lugares?... Gimnasio?... Capitán?... ¿Hort?

—¿Vamos?

Sophie miró a Rafal, quien contemplaba con mirada odiosa el lugar que acababa de dejar Hort.

—No quiero que te pierdas tu primera clase—manifestó, deslizando un pequeño rollo de papel en su mano antes ascender la escalera que estaba frente a ella.

Sophie se quedó atrás, aún aturdida por la reaparición de Hort y las extrañas miradas entre él y Rafal...

Entonces abrió los ojos como platos.

—¿Mi primera qué?

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○ El tremendo Glow up que se mando Hort en este libro. 🤭

○ Al parecer tener lejos a Sophie le sirvió para desarrollarse a sí mismo.

○ Adoro como Sophie queda embobada con Hort como él lo hizo en el primer libro.

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