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Libro 3/ Páginas 191 a 195

(...)

Cuando llegó al Salón de Belleza de los chicos, cuatro pisos más abajo, el sarpullido había devorado todo su rostro; su piel y sus párpados estaban tan inflamados que apenas podía ver. Afortunadamente, el spa de los chicos parecía desierto. Espió a través de las rendijas rotas y vio el sauna inspirado en el rey Midas, el salón de bronceado inspirado en entornos campestres, el gimnasio con martillos escandinavos, la piscina de agua salada y los umeantes baños turcos con olor a azufre y a sudor. De pronto, su ojo izquierdo se hinchó aún más y ya no pudo abrirlo; se acercó a trompicones, como un cíclope, a la bañera con más cantidad de vapor. Se resbaló en el borde, cayó de cabeza en el agua hirviendo y su vestido se infló como un paracaídas...

Instantáneamente las pústulas rojas comenzaron a desaparecer.

Las burbujas fluyeron hacia su rostro entumecido e inflamado y su piel se recuperó poco a poco, hasta que sintió que los chorros de agua chocaban contra sus mejillas limpias y el anillo de Rafal se aflojaba en su dedo. Con un suspiro de alivio, Sophie salió a la superficie y se sacudió el pelo, como una sirena saliendo del mar, y abrió los ojos con una sonrisa.

En ese momento, vio que Hort la miraba con odio a través del vapor.

—Pero si es la Señorita Mentirosa.

Sophie palideció y retrocedió como un cangrejo para escapar.

—Tienes miedo, ¿verdad?—dijo Hort con tono burlón.

—No, solo que no estoy acostumbrada a tomar baños de vapor con cualquier chico—replicó Sophie, saliendo de la bañera.

—Cualquier chico?—Hort sonrió con ironía—. He sido tu mejor amigo el año pasado, ¿Recuerdas? El mejor amigo que te ha ayudado a sobrevivir a las clases de chicos, el que te ha tendido una mano para vencer a Tedros, a quien has prometido llevar a la Gran Prueba y en cambio lo has llevado a él...

—Bonita charla—farfulló Sophie, alejándose.

Solo entonces vio que tenía una mancha de sarpullido rojo en los brazos que aún no se había terminado de curar.

—Un par de minutos más y desaparecerá—dijo Hort a sus espaldas—. Si te marchas ahora, te quedará la cicatriz para siempre.

Sophie lo fulminó con la mirada a través de la neblina: lo vio con el torso desnudo y pantalones cortos negros, su pecho pálido y musculoso, rosado por el calor.

—Un par de minutos más murmuró Sophie, y volvió a meterse en la bañera, lo más lejos posible de él.

—Son los beneficios de tener el primer puesto. Puedo ha- cer ejercicios cuando quiero y los profesores no me dicen nada—explicó el chico, tocándose una pequeña espinilla sobre su brazo—. Ahora entiendo por qué Tedros estaba tan obsesionado con este sitio. Los narcisistas aman este lugar. Por suerte estaba ese pájaro carpintero que llevaba la cuenta del tiempo, pues de lo contrario el Príncipe Bonito no se habría marchado nunca. Probablemente, el pájaro ahora esté encerrado junto al resto de los profesores del Bien, por supuesto. Las ninfas también. Deberías ver quién trabaja ahora en el Lavadero.

—No entiendo. ¿Por qué todavía existe el Salón de Belleza en un castillo del Mal?

—Pregúntale a tu nuevo novio-replicó Hort—. Es quien más lo usa. Evidentemente intenta verse bien para ti.

—¿Rafal usa el Salón de Belleza?

—Ah, ¿ese es su nombre ahora? Supongo que necesitará un nuevo nombre que haga juego con el nuevo rostro, para que no recuerdes al viejo. Bonito intento, pero yo lo seguiré llamando «Director».

—Él no es más viejo que tú o que yo—lo defendió Sophie.

—Repítelo hasta que te convenzas. Sin embargo, no tengo nada malo que decir del hombre. Le dio a mi padre una tumba adecuada cuando se lo he rogado. Pero no en Sierra Necro con los mejores villanos, que es donde debió haber sido sepultado; sin embargo, el Valle del Buitre estuvo bastante bien. Especialmente teniendo en cuenta que al Director no le caigo muy simpático. Porque he estado enamorado de ti, ¿me entiendes? Pero al menos tuvo consideración para dejar que mi padre descansara en paz.

—¿Lo ves? No es tan malo, ¿verdad?—lo calmó Sophie—. Y ahora tu padre por fin tiene la tumba que se merecía. Porque tiene un hijo noble y persistente que se ha encargado de ello.

Hort asintió, ahogando un gimoteo.

—Mientras tanto, parece que tú mismo has pasado bastante tiempo en el Salón de Belleza—dijo Sophie, bromeando—. Casi tan parecido a Tedros como tu imitación de él.

—Bueno, es normal que lo conozca más que a ningún otro, ¿no es cierto?—replicó Hort, endureciéndose.

—¿Cómo? ¿Por qué ibas a saber algo sobre Tedros?—

Hort vociferó:

—O mientes nuevamente, o eres tan estúpida como pareces. Lo prefieres a él en primer año cuando eras una chica. Lo prefieres a él en segundo año cuando eras un chico. ¡Mientes, engañas y robas por él, mientras que él te trata como una basura, y yo te ayudo, te cuido y te adoro como a una reina mientras tú me tratas a mí como una basura! ¿Qué tiene ese tipo que yo no tenga? ¿Qué lo hace a él tan adorable y a mí, tan indigno? ¿Sabes cuán ¿Queces me he hecho esa pregunta, Sophie? ¿Cuántas veces lo he estudiado como un libro, o me he sentado en la oscuridad imaginando hasta cada último detalle de él, intentando entender por qué él es una persona más valiosa que yo? ¿O por qué, en el instante en que él desaparece, tú aceptas un anillo del Director, o Rafael o Miguel Ángel o Donatello o como quieras llamarlo para hacerte sentir mejor, solo porque su aspecto es como tú deseas y dice lo que quieres escuchar? Mientras que has podido tener a alguien sincero, amable y real?—Sus ojos negros y saltones parecieron perforarla.

Sophie miró su brazo, desesperada por salir de la bañera, pero aún tenía ampollas.

—En primer lugar, no me llames estúpida, Hort. En segundo lugar, créeme cuando te digo que siento mucho lo del año pasado, ¿de acuerdo? Todavía no sé por qué el nombre de Tedros ha salido de mi boca en lugar del tuyo. He acabado con él... De verdad. No sé qué más puedo decir...

—Como si creyera cualquier cosa que dijeras—dijo Hort con un resoplido—. Ya te he matado y te he besado en mi imaginación más veces de las que mereces.

Sophie lo miró fijamente y él suspiró, sacudiendo el agua.

—Pero he aprendido la lección. Nadie quiere al Viejo Hort. Así que ahora, te presento al Nuevo Hort. Basado en el modelo de tu príncipe varonil y aplomado. El Hort que a las chicas les gusta. Pero ese Hort no es para nada verdadero—dijo Sophie frunciendo el ceño—. Ese Hort no eres tú.

—Pues, quienquiera que sea... —Alzó la mirada—. Por fin te he llamado la atención, ¿verdad?

Sophie permaneció en silencio.

—¡Demonios! Me he puesto como una pasa—Hort cambió de conversación y miró sus dedos arrugados. Comenzó a salir de la bañera—. Además, probablemente tu nuevo novio te esté esperando.

Sophie lo observó salir de la bañera, el agua deslizándose por las curvas de su espalda.

—¿Hort?

Él se detuvo, manteniéndose de espaldas a ella. El único ruido en el salón fue el goteo de sus pantalones sobre la alfombra.

—¿Aún me amas?—murmuró.

Hort se volvió lentamente hacia Sophie con una sonrisa triste, como el chico novato y sincero que era antes.

—No.

Sophie apartó la mirada.

—Ah, está bien. Sí. Me alegra oírlo—dijo, jugueteando con su vestido antes de volver a mirarlo—. Porque ahora tengo novio nuevo, ¿entiendes?

Pero Hort ya se había marchado.

Durante un largo tiempo, Sophie permaneció en la piscina humeante, transpirando y observando el sitio donde él había estado, aun después de que su brazo estuvo completamente curado, aun después de que su piel se secó.

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• Una de las mejores escenas de Hophie💕🤭

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