La penumbra olía a agrio y a vejez, desprendiéndose de algún punto en las sábanas y la almohada. Extraño, pensó James, por qué su propia almohada tenía un olor particular y agradable; se removió, inquieto y apesadumbrado, sobre las sábanas delgadas y estiró los brazos. Hacía un frío terrible. Las bisagras parecían murmurar algo conforme el viento las azotaba.
James decidió ignorar eso y prefirió no abrir los ojos. La comodidad de la cama era nula, pero por alguna extraña razón se sentía especialmente cansado para levantarse y prestar atención a cualquier cosa que no sea el susurro de los sueños... " pesado, pesado", murmuraban. James respiró... los dedos y los párpados se le ponían más pesados conforme despertaba. Alzó los dedos a la mesita de noche del lado izquierdo, sus yemas tocaron unos bordes duros que agarró y se llevó a la cara.
Los murmullos, las manchas irregulares comenzaron a tomar forma. Ya no eran rectángulos, que aparecían de la nada, ni pesados, pesados, sino un cuarto: un cuarto sin luz, y frío como la piedra abandonada. Había luz, un pequeño gramo iluminando la pared contraria, de piedra negra y turquesa. James se incorporó al ver los estandartes esmeraldas removerse con el viento.
Orgullosos, mostraban a la serpiente plateada. James parpadeó, confundido, y se enderezó: los estandartes rojos y dorados de Gryffindor no eran verdes esmeralda, y jamás lo habían sido. No, los estandartes de Gryffindor tampoco tenían una serpiente plateada en el medio, brillando, sacando la lengua rojita...
Un fuerte dolor de cabeza le atravesó el cráneo y James gimió, llevándose una mano a la cabeza.
—Por favor... quédate... —murmuró una voz. ¿De dónde venía?
Hubo estallidos y luces de colores; y música, y manos tocándolo, recorriéndolo por todas partes... ya no pudo ver más y abrió los ojos. El calor era deslumbrante en la visión que tuvo; en la realidad, hacía un frío terrible, alzándose ante el viento como pared y sobre el cuerpo de James cuando tuvo la respuesta a su pregunta: en Slytherin.
Pero es imposible. Se enderezó.
Una mano hecha piedra lo mantuvo en su lugar. Una mano de dedos fríos, inmóviles y suavemente colocada sobre la piel caliente de su estómago. El corazón de James tambaleó, antes de acelerarse en una carrera a contra corriente. ¿En dónde me he metido y por qué?, el cuarto parecía vacío, por fortuna. Lo que aceleró a James fue el cabello grasoso y negro regado sobre la almohada. El otro hombre dormía boca abajo, como quién teme a que lo descubran, y con gran parte de la manta sobre el cuerpo; con cuidado, James alzó los bordes.
La manta gris se deslizó como seda hasta caer al suelo sin ruido... El corazón de James, y James mismo, se paralizó. Era Snape, Severus Snape, el que dormitaba en la cama, silencioso. Snape, al que James tanto odiaba por razones que nunca admitiría. Snape, Quejicus —añadió James—, el que tenía una extraña obsesión por él.
Snape, era Snape él que había dormido con él (y esa era la verdad que no quería aceptar). Snape... es imposible, se dijo James, levantándose de la cama. Un dolor agudo le atravesó la cadera y la espalda baja, pero lo ignoró y fue hasta el montón que tenía en el suelo de túnicas, calcetines y capas. James jadeó sorprendido. ¿Es que acaso le había mostrado a Snape su más grande secreto, su más grande tesoro y habilidad? No —se dijo, el corazón latiendo a alta velocidad—, es imposible.
Tomó la capa entre sus dedos temblorosos y se la echó encima. El viento movía más fuerte los estandartes esmeraldas. Snape se removió, soltando un quejido. James lo ignoró y comenzó a caminar hacia la puerta. Había estirado la mano cuando Quejicus murmuró:
—James... ——extendiendo la mano hacia el revoltijo donde James despertó.
Involuntariamente, se congeló. El viento soplaba cada vez más fuerte y le desordenaba los cabellos, pero James fue incapaz de moverse. Dijo mi nombre... lo dijo... los labios le temblaron. Evitó alzar los dedos para acariciarlos: de un momento a otro, vendrían los recuerdos. Eso era lo que menos quería. Pero de alguna forma, una sensación de deuda floreció en su pecho... ¿Deuda con quién? No lo sabía. Quizás con Snape, quizás con su yo de ayer... Nunca lo había sentido antes, por el corazón estrujado le pareció más que desconocido. James se dio la vuelta.
—Lo siento —murmuró a la forma dormida de su amante de una noche. Sin mayor sentimiento que la culpa, el miedo y la incertidumbre, caminó hasta el pasillo, aún más frío y desolado, de la mazmorra.
" Para nunca volver", se dijo.
¡Finalmente, después de mucho tiempo, me animé a publicar este borrador que tenía guardado por ahí en mis notas! Pienso que es una experiencia interesante comenzar con este trabajo después de tanta frustración por no encontrar James bottom.Como recalqué en la descripción de la historia, este fanfiction es James Potter bottom, no James dominante ni Severus Snape bottom... no, nada de eso.
Entiendo que a la gran mayoría no le agrade este tipo de dinámica, por lo que me lancé de lleno a intentarlo. ¿Por qué no? Espero que este pequeño fragmento les haya gustado. Habrán actualizaciones semanales cada jueves y viernes si es posible. 🫶
¡Asimismo, los invitó a seguir la historia! Proximamente, espero llenar mi cuenta de más para los obsesionados con James Potter y Ron Weasley.
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My first confession (Snames)
FanfictionJames siempre supo que su destino era increíble y poco sencillo a la vista. Como hijo milagroso de Euphemia Potter y Premio Anual de Hogwarts, ¿quién no pensaría eso? Pero las cosas que venían no se las previó así. Advertencias: Este es un fan...