Sirius no volvió a hablar con él al día siguiente; para entonces, Remus ya había desaparecido durante la soledad de la noche. Llevaba dos bolsas grandes en los hombros, estaba pálido, ojeroso, y lleno de terror mientras James lo observaba irse.
Ninguno de los dos dijo nada.
Remus ni siquiera pareció darse cuenta de que James estaba despierto. Simplemente se fue, arrastrando los pies por el pasillo. James suspiró. El corazón le latía velozmente en el pecho. Lo estaba asfixiando. Sintió sus palpitaciones debajo de los dedos: ni siquiera ese calor momentáneo lo ayudó a calmarse.
Sostuvo el vaso de agua. Lo removió y lo apuró, pero en vez de sentir algo de paz, sintió la cena de ese día hirviendo a fuego lento en la base de su estómago. Se llevó una mano a la boca y la otra al vientre, y se encerró en el baño antes de vomitar en la tapa del inodoro, con el cuerpo sacudiéndole por las arcadas; cuando termino, llevó una de sus manos temblorosas a la varita que guardaba en el bolsillo.
La alzó, hizo el movimiento de muñeca típico, pero nada sucedió: el vómito seguía resbalando por el borde la tapa, hasta caer al suelo. James abrió los ojos. Aquello era imposible. Repitió el mismo hechizo una y otra vez, pero seguía sin tener éxito. Esta vez, los latidos retumbaban contra sus oídos. ¿Cómo era aquello posible, si él ya tenía demasiada experiencia haciendo hechizos?
James no supo que decir. Se llevó una mano al pecho, intentando respirar. Simplemente los látidos no cesaban. Palpitaban más contra sus oídos. Las manos le temblaron y las apresó contra su cuerpo para que dejaran de hacerlo; y sin embargo, seguían de las misma forma. Todas temblorosas, a nada de colapsar.
James suspiró, respiró hondo y trató de calmarse contando hasta diez. Sujetó la varita nuevamente y la movió para que la suciedad se desvaneciera.
Por un momento, lo hizo. Las manchas que se encontraban en el suelo desaparecieron, como si el suelo se las estuviera tragando, pero el resto no lo hizo y continuó goteando de la tapa.
James tartamudeó. Duró toda la noche haciendo lo mismo hasta que el suelo quedó limpio. Cuando acabó, un fuerte dolor le pulzó en el lado derecho de la cabeza y le empaño lo ojos.
Incapaz de ver bien, James se sentó en su cama, se frotó los ojos y parpadeó. La luna llena brillaba del otro lado de la ventana, seguramente alimentandose del sufrimiento parejo que ejercía sobre James y Remus.
James suspiró. Los labios se le resecaron. La cama de Sirius seguía vacía: revuelta por la noche anterior mientras el cuarto seguía frío. ¿Así serían todas las noches? ¿Simplemente solas, sin Lumos y la capa de invisibilidad para resguardarlos?
¿Así podría tener a su bebé?
Ni siquiera había pensado mucho en el tema hasta que lo tocó, y un nuevo mareo se le asentó en la base del estómago. ¿Sería realmente capaz de lograr criar a un niño, cuya vida peligraba desde el principio en qué nacierá? Ciertamente, nunca se había visto como padre, pero ahora que caía en ese punto se asustó.
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My first confession (Snames)
FanficJames siempre supo que su destino era increíble y poco sencillo a la vista. Como hijo milagroso de Euphemia Potter y Premio Anual de Hogwarts, ¿quién no pensaría eso? Pero las cosas que venían no se las previó así. Advertencias: Este es un fan...