Capítulo 4- La mirada de un asesino

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A la mañana siguiente del incidente con Vlad y la discusión con Yazdan. Aynur se levantó de la cama un poco más tranquila. 

Justo antes de llamar a sus criadas para que le ayudarán a elegir lo que usaría ese día, ella decidió acicalarse un poco. Se sentó frente a su tocador, tomó un cepillo y mientras se miraba al espejo, comenzó a peinar suavemente su cabello.

De pronto, su calma fue interrumpida por sus pensamientos, "¿Qué pasaría si Vlad me delata, aprovecha para hacer daño a mi familia y quedarse con el trono?" , "¿Y si los rebeldes regresan al palacio y esta vez si logran hacerle daño a Yazdan y a Zeynep?" , "¿Y si pierdo totalmente mi humanidad haciéndome esclava de mi naturaleza vampírica y terminó haciéndole daño a los qué amo yo misma?". Preguntas similares a estás rondaban su cabeza, todo parecía dar vueltas y su respiración comenzaba a ser entrecortada. Todo parecía ir tranquilo pero por dentro, su ansiedad la tenía preparada para salir corriendo y atacar. 

De pronto se miró a sí misma en el espejo, no podía dar crédito a lo qué estaba viendo. Soltó por inercia el cepillo con el cual estaba peinándose y este cayó al suelo. Gritó con horror. Rápidamente su sirvienta Fátima, tocó la puerta y le habló desde afuera.

-Sultana, ¿Se encuentra bien?, ¿Puedo entrar?

Aynur contestó exaltada desde el otro lado.

-No, no puedes. Ve ahora mismo con la modista y dile que me envíe en este momento un antifaz de tela traslúcida. Qué lo haga rápido, y para esta noche quiero que me envíe más de estos iguales, pero de distintos colores. 

-Sultana, pero la modista ahora tiene mucho trabajo, está haciendo las prendas que usará el día de hoy…

-No cuestiones mis órdenes Fátima, dile qué olvide las prendas de hoy, usaré algo que ya tenga en mi armario. -ordenó- Qué se concentré totalmente en los antifaces que he pedido, porque los quiero todos para esta noche a más tardar. Si no cumplen con lo qué he pedido, ordenaré que tú y ella sean lanzadas al río.

-No se preocupe mi sultana -Dijo Fátima con temor, era claro que la sultana Aynur había cambiado mucho desde la rebelión, claro, había días en los que estaba tranquila y otros en los que su furia podría hacer estallar el palacio. - En unos momentos vendré con el antifaz que pidió y para esta noche tendrá los otros.

-Muy bien, apúrate, porque debo salir a entrenar tiro de arco más tarde. Mi sultán espera y si lo hago esperar y le causó más disgustos te culparé de todo a ti.

-No sultana, ahora vuelvo.

Después de ésto, Aynur escuchó los pasos de Fátima alejarse de la puerta. Suspiró y volvió a verse en el espejo, sus ojos eran dorados. Este nuevo color en sus ojos la hizo sentir unas intensas ganas de vomitar, siguió analizando su reflejo y por un momento, como en un flash vió en sí misma la mirada de aquel rebelde que la transformó, esa mirada sin alma, cruel, fría, la mirada de un monstruo que era capaz de asesinar a cualquiera sin resentimiento alguno, vio en sí misma la mirada de Castiel y comenzó a llorar, sentía asco y repulsión hacia sí misma. 

Después de un rato se recompuso, limpió sus lágrimas y conforme se tranquilizó, el color marrón de sus ojos volvió.

-Parece que solo cambian de color cuando estoy angustiada, o sea,- suspiró- últimamente casi siempre. Por ello tengo qué impedir qué cualquier persona me vea y necesito cubrir mis ojos todo el tiempo, ya qué no se en qué momento cambiarán de color.

Mientras la joven sultana vampira hablaba para sí misma, volvieron a llamar a la puerta y la temerosa voz de Fátima la llamó.

-Sultana, ya traigo su antifaz ¿Puedo pasar?

El Vampiro de los mil años: Aynur SultanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora