Decisiones.

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Está desorientada, le duele la cabeza y apenas puede incorporarse. Una habitación blanca o quizá amarilla se ve al fondo del pasillo. Se esfuerza por poder levantarse pero al apoyar el brazo en la cama siente un pinchazo. Centra la vista en su antebrazo, un tubo nace de él y se conecta a una bolsa con líquido en su interior. Se oyen voces desde el pasillo. No logra identificarlas todas, pero sabe a ciencia cierta que una de ellas es la de su hermana.

No recuerda apenas nada, estaba en el campo, frente a la portería y... nada.

La puerta se abre. Una joven rubia entra y se acerca a la cama en la que se encuentra Caroline.

 - ¿Cómo te sientes? ¿Necesitas algo?

- ¿Qué ha pasado? ¿Dónde está mi madre?

- Fuera, en el pasillo hablando con el doctor. He venido a cambiarte el suero.

- ¿Puedes decirle a mi madre que pase, por favor?

 - Claro preciosa, en seguida voy.

Sin decir nada más, sale de la habitación y cierra la puerta. Segundos más tarde entran Sofía y Nieves.

- ¿Cómo estás princesa?

- Confundida. ¿Qué hago aquí?

- Te quedaste tumbada en el césped del campo.

- Hemos perdido, ¿verdad?

- Sí. Pero te vas a poner bien mi niña. No pasa...

Sus ojos se empañan y es incapaz de acabar la frase. Nunca había visto a su madre echarse a llorar de aquella manera. Le temblaban las rodillas y salió escopetada por la puerta.

Caroline está asustada, pero cuando ve a su hermana, cuando ve sus ojos, apagados, tristes, desconsolados sabe que algo malo pasa.

- Sofía, díme que me pasa.

- Yo...

- ¡Sin excusas!

- Cuando estabas en el banquillo durante el partido tenías tics nerviosos, y mientras jugabas tus músculos se han contraído. El médico te ha hecho una serie de pruebas y...

 La frase se ve interrumpida por una gota, y después otra. En pocos segundos el rostro de su hermana mayor se llena de lágrimas.

- Sofía...

- Tienes ELA Caroline.

Un sentimiento de confusión y tristeza abate el cuerpo de la joven. No habla, no llora, no tiene muy claro qué es la ELA.

- Sal de la habitación.

La muchacha hace caso omiso a su joven hermana. Esta, sin perder un segundo pulsa el botón de llamada a una enfermera. Minutos después la misma joven rubia entra en la habitación.

- ¿Estás bien? ¿Qué necesitas?

- Información. Por favor, ¿puedes explicarme que es la ELA?

- Esclerosis Lateral Amiotrófica. Ese es el nombre completo.

- ¿A qué órganos afecta? ¿Qué es lo que hace?

- Afecta a las neuronas. Es una enfermedad de los órganos y...

- Explícalo como si fuera tonta.

- Está bien. Las células de los organismos vitales no se alimentan y tu cuerpo no puede utilizarlos. 

- ¿Entras en estado vegetativo?

- No. Eres consciente de lo que pasa a tu alrededor. Pero tu cuerpo no responde y se va paralizando.

- ¿En cuánto tiempo?

- Cada persona es un caso diferente, pero la gran mayoría de los afectados en un par de meses necesitan respiración asistida.

- Gracias. ¿Puedo pedirte un último favor?

- Dime.

- Que no entre nadie de momento en la habitación.

- Claro. Lo siento, Caroline.

Con los últimos ánimos que a la joven le quedan, consigue dedicarle una sonrisa forzada. En cuanto la puerta se cierra, Caroline se tumba y se queda mirando el techo. No llora, no ríe, no siente. Tenía que ser un mal sueño. No podía ser verdad que ya no jugaría más a Lacrosse, ni a Volleyball. Sufre, pero no por ella, no por su vida, si no por su madre, su hermana y toda la gente que le importa. Todos ellos se tendrían que enfrentar a verla morirse lentamente sin poder hacer nada. Necesita hablar con él. Hay una bolsa sobre un sillón cercano a la cama. No le hace falta levantarse para cogerla, hay ropa, un cepillo de dientes, colonia y su móvil.

Marca el número. Al segundo tono contesta.

- Voy para allá. ¿En qué habitación estas?

- Es la 402... Creo.

Cuelga. Minutos más tarde entra en la habitación Oliver, al que se le unen Sofía y Nieves.

- Solo quería decir que os quiero, mucho. Y que no os preocupéis, todo saldrá bien. Pero estoy cansada y me gustaría dormir un poco. ¿Os parece volver en un par de horas?

- Caroline... Claro. – Sofía no lo entiende muy bien, pero si es lo que quiere.

Ha pasado una hora desde que se fueron todos. Lleva pensándolo mucho tiempo y lo tiene decidido. No quiere verse en un espejo en dos meses y darse cuenta de que se ha convertido en un estorbo. Darse cuenta de que no puede si quiera respirar por sí misma. Darse cuenta de que ya no es nada, tan solo un simple lastre.

Las cortinas están descorridas. Cuando su familia se fue, le pidió a la enfermera que entornara la ventana. Varios rayitos de sol se abrían paso entre el cielo nublado. Sabe que es una decisión torpe e improvisada, incluso cobarde. Pero su enfermedad no tiene cura. Ya no notaria la lluvia sobre su rostro, no podría pasar las páginas de su libro favorito, no volvería a vivir. Mantenerse en el hospital era tener falsas esperanzas de algo que no ocurriría jamás. Sube al alféizar de la ventana. El aire le arremolina el pelo. Eso sería lo último que sintiera. Su viaje había acabado. El dolor había acabado. Los meses de tortura de su madre y de su hermana habían acabado incluso antes de empezar. Su vida, había acabado.


FIN

FINNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora