Bajo las noches estrelladas se encuentra aquel olvidado campo, donde un alma cuestiona su pasado y contempla todo a su alrededor con la presencia de un extraño ser ¿de luz?...
Allí estaba Roberto caminando con su compañero. Aún así el ambiente estaba silencioso y algo apagado, el joven no había comentado nada desde ese pequeño episodio de tristeza. Parecía avergonzado.
Roberto volteó para verificar la presencia de la luz. Esta estaba débil y bastante decaída. Pero esta, estaba repasando cada rincón de su mente, cada recuerdo y cada sensación. Esos destellos confundían al chico y provocaban que su cuerpo brillante temblara.
Volteó una vez más para darse cuenta de que la vieja casa estaba más cerca que nunca.
-Eu, nene... -Roberto interrumpió sus pensamientos. Le preocupaba ver la luz apagandose con cada paso que daba, así que intentó (por primera vez) liberar su lado enérgico- Mirá, estamos más cerca... ¿carrerita?
El joven sabía lo que el de rulos intentaba hacer. Le parecía divertido verlo intentar ser amable tras años en soledad. Sonrió y comenzaron a correr.
Mientras corría, Roberto pareció darse cuenta de que memorias borrosas se atravesaban por su cabeza repentinamente como una estrella fugaz. ¿Acaso ya había vivido este momento? El mismo campo, la misma velocidad, el mismo cielo y la misma persona.
El fantasma pareció notar esto en Roberto y se alegró al darse cuenta de que en verdad estaba funcionando aquel plan que tanto tardó en planear...
-¡Estoy ganando! -Gritó el joven luminoso, Adelantado al hombre en carrera.
-¡Estás ganando!
En un extraño paso que dió, su pie pisó una piedra atravesada en su camino, causando que la luz caiga fuertemente contra la tierra. Roberto se adelantó sin notar esto.
-¡Ibas ganando! ¡JA!
Al no escuchar los pasos del ser luminoso, el hombre frenó en seco y volteó para escuchar al chico lanzar juramento tras juramento mientras se arrastraba por el piso.
-¡NENE!, ¿ESTÁS BIEN?
Preguntó agachandose para ayudar al chico a levantarse.
-Ugh, perfecto, che.
Al pararse, intentó comenzar a correr nuevamente para ganarle al mayor, pero cayó para otra vez quedar en el piso.
Roberto se sorprendió por la estupidez del muchacho, pero al pensarlo bien... un niño lo estaba salvando, no lo podía culpar. No sabía que había vivido aquel chico o como murió. En resumen, un joven brillante le estaba ayudando a recuperar todo su pasado, así que decidió poner lo mejor de sí mismo y así hacer que la luz brille más que nunca.
-¿¡Que haces?! ¡Roberto! JAJA
Levantó a la luz y la puso sobre sus hombros para cargarla. De a poco, la velocidad de los pasos de Roberto -con el joven sobre el- aumentaba. El chico estaba algo confundido, aunque recordaba perfectamente como se comportaba Roberto en su infancia: Enérgico y alegre. Pudo ver a ESE Roberto otra vez.
El hombre notó que los roedores corrían aterrados ante la presencia del otro muchacho, y casi tropieza al pisar uno de ellos al no verlo, a lo que el chico intentó darle una ayudita brillando más que nunca.
-Te quiero, Robert.
Roberto solo respondió con una pequeña risa. Estaba agitado, faltaban unos pasos para llegar a la vieja casa pero apenas podía hablar del agotamiento.
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-Llegamos...-Suspiró el de rulos bajando al chico de sus hombros. Notó que no había crecido más, y ahí fue cuando se dio cuenta que el joven había muerto mínimo a los 15 años.
-Pensé que ibas a seguir siendo un viejo amargo, ¡JA!
Roberto solo lo miró con una sonrisa al verlo contento. ¿Que estaba pasando? ¿Por qué quería verlo feliz a toda costa?
Ambos se pararon con orgullo frente a la casa mientras los ratones chillaban y daban saltos con tal de huir de aquella extraña luz, luz que aún seguía sin apagarse y no paraba de encandilar a todo aquel que esté cerca.
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- ¿Listo, Rob?
-Entremos...-Respondió entusiasmado por ver que le esperaba dentro.
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Dato curioso: Roberto por poco queda ciego cuando vio al chico por primera vez 🥰🥰🥰
