El Niño de las Pecas
En un rincón olvidado del mundo, donde los árboles susurraban secretos y las estrellas tejían hilos de magia, se encontraba Seungmin. Era un niño con ojos curiosos y un corazón que latía al ritmo de los cuentos de su abuelo, aquellos llenos de aventura que lo inspiraban.
Un día, su abuelo decidió llevarlo consigo lejos, lo llevó a una aldea escondida entre las colinas, un lugar donde el tiempo parecía detenerse y los sueños se entrelazaban con la realidad.
Seungmin apenas había comenzado su entrenamiento como espadachín. Su abuelo, un anciano sabio con arrugas que contaban historias de héroes y leyendas, lo llevó consigo para enseñarle las artes de la espada, ya que allí porsupuesto se originaron aquellos héroes de lucha.
Pero el destino tenía otros planes para Seungmin.
Un día soleado, mientras Seungmin pensaba en todos los escritos leídos, y toda aquella información benéfica de los espadachines, paseaba por la aldea. Le parecía impresionante aquel arte, como lograban mezclar su alma y magia en combate.
A lo lejos Seungmin oyó unos gritos y rápidamente giró su rostro en aquella dirección, vio a unos niños rodeando a otro chico. Uno de cabello rubio y pecas salpicadas en su piel pálida, parecía vulnerable ante las risas y burlas.
Seungmin miro todo detenidamente, no le parecía correcto aquel comportamiento. Por ello, no pudo quedarse quieto.
Su corazón latía con la urgencia y ansiedad hacia todo lo que le parecía un mal comportamiento o incorrecto,
Así que, como si fueran amigos de toda la vida, se acercó a ese chico rubio y se detuvo en frente de este cubriéndole con su espalda.
—¡Dejen de burlarse!—exclamó Seungmin, enfrentándose a los niños con determinación—. Las pecas no tienen nada de malo, que sea diferente no quiere decir que sea un mounstro. Ustedes que lo tratan mal lo son.
Aquel niño sorprendido por la valentía de Seungmin, miró a los ojos del niño delgado. Sus lágrimas brillaban como las gotas de rocío en las hojas. Al parecer nadie nunca se preocupaba por detener el acoso que sufría de parte de aquel grupo, que solo lo fastidiaban porque en muchísimos años. Ha sido la única persona en salir con pecas en aquel pueblo, lo veían como un fenómeno solo por tener algo notablemente diferente.
Bueno, eran niños sin él cuidado y atención completo de sus padres, buscaban llamar la atención de alguna forma, esa era una forma estúpida. Pero para ellos era más que suficiente molestar al pecoso, un niño que si tenía cariño y amor de sus padres.
A la vez también estaba mal, otros adultos inmaduros tachaban a aquel bonito rubio de un niño malcriado o muy inocente que jamás sería capaz de enfrentar la vida.
Pero ellos estaban mal, el pecoso si era un niño completamente inocente y dulce, porque así deben ser los niños. No necesitan crecer apresuradamente, no necesitan preocuparse por cosas que no tienen que ver con ellos.
Era un niño, tenía que haber vivido su niñez inocente y dulce.
Pero no pudo hacerlo por completo por el rechazo de muchos adultos y burlas de niños que no actuaban como niños.
Seungmin una vez dijo esto aquellos niños solamente lo miraron y empezaron a murmurar mientras se iban del lugar dejándolos solos.
—¿Estas bien?
—Gracias—dijo mientras asentía.
El pecoso se levantó y se dió la vuelta, dejando a Seungmin con una pizca de desconcierto.
Esa noche, Félix desapareció. Seungmin lo supo al ver a su madre, una bonita chica que parecía joven, de cabello igual de rubio y de un parecido muy fuerte al chico.
No dijo nada a nadie, ni a su abuelo. Mucha gente se alarmó en el pueblo, porque había desaparecido un niño.
Preocupado Seungmin, buscó por toda la aldea. Siguió el sendero de luciérnagas que guiaba hacia la cima de una colina.
Allí, encontró a aquel rubio, sentado solo, mirando las estrellas, abrazando sus pequeñas piernas.
El viento susurraba secretos ancestrales mientras Seungmin se acercaba cuidadosamente.
—¿Por qué no volviste?—preguntó, su voz suave como el susurro del viento—. Tus padres están preocupados.
Félix limpió sus lágrimas con la manga.
—No estoy bien—confesó—. Esos niños tenían razón. No debería ser diferente. Muchas personas me miran raro y susurran mientras me ven, no me gusta eso..
Seungmin se sentó junto a él cuidadosamente, se oía a el pasto crujir bajo él.
—De mi se burlaban mucho también, me decían debil, y que nunca podria cargar una espada—dijo—. Mira mis brazos delgados. Decidí no hacerles caso y esforzarme todos los días, y mis esfuerzos están dando frutos.
Félix lo miró con asombro.
—¿Crees que puedo serlo también?
—Claro que sí—respondió Seungmin—. Tú también tienes tu propia fuerza. No prestes atención a ellos, son los verdaderos mounstros.
Rio ante la expresión totalmente seria de Seungmin, y sintió calidez.
—¿Cúal es tu nombre?
—Lee Félix, tengo 8 años ¿Y tú?
—Soy Kim Seungmin, tengo 10..
—¿Seungmin? Nunca había oído ese nombre.
—Lo mismo digo..
Félix sonrió tímidamente.
Pasaron horas viendo las luciérnagas danzar en la oscuridad, como pequeñas estrellas terrestres, hablaron durante toda la noche, eran tan solo niños pero a pesar de ello sentían una conexion sana y bonita.
Una semana después, Seungmin tuvo que partir.
Félix llegó a su encuentro en la misma colina para despedirlo, sus ojos se sentían cristalizados. No quería que Seungmin se fuera..
Seungmin le dió un fuerte abrazo a Felix.
—¿Volverás algún día?—pregunto Félix recostado del hombro de su amigo, sollozando.
—Porsupuesto. Lo haré cuando sea un completo espadachín.
—¿Cuanto falta para eso?
—Probablemente unos 10 años...
—¿Prometes que volveras?
—Porsupuesto, volveré pará buscarte y llevarte conmigo. Te enseñaré todo lo que aprenderé y te contaré todas mis historias.
Felix sonrió.
—Entonces, hasta entonces Minnie..
Seungmin sonrió y junto sus meñiques en forma de promesa, Antes de irse, Félix besó su mejilla y le entregó una pulsera de cuentas, un amuleto de suerte que su abuela le había dado.
—Para que nunca olvides nuestra amistad—dijo Félix—. Y la promesa.
Seungmin atesoró la pulsera y la historia de Félix en su corazón. Aunque se separaron, las luces de las luciérnagas siempre los unirían en la memoria.
Bueno, como ya dicho al principio.
El destino tiene otra planes para Seungmin.
Los espadachines no pueden romper una promesa...

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Contando Las Estrellas.
FanficLos rumores y cuentos del mundo susurran que lo único que se sabe de Hwang Hyunjin, aparte de su nombre, es que es un príncipe de alto prestigio de una tierra lejana y hermosa. Sin embargo, en sus 23 años, nunca logró poseer magia, un secreto guarda...