2. Cingulomania

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"Fue raro,
No pude llorar,
Pero mi alma estaba hecha pedazos."

"El deseo de poder tener a una persona entre tus brazos"

...

Flashback.

Arcadia, 13 años.

Narrador, Arcadia Delaney.

No sabía cómo sentirme ante esto. Me sentía tan miserable, ridícula y inútil al recibir estos resultados. De verdad defraude los idéalas de la casa de los Ravenclaw. Defraude a mis padres.

Había fallado tercer año. Ahora tengo que volver a repetir el año. ¿Y todo mi esfuerzo para que? Mi madre siempre fue una carga hacia mi, siempre me recordaba la decepción que soy por no haber quedado en la casa de las serpientes.

A mi padre no pareció importarle mucho. El siempre me apoyó en todo. Pero este caso era más que diferente.

Ahora estaba en la mansión de los Delaney, recibiendo de los más grandes regaños que jamás recibiré en mi vida.

— ¡Eres una decepción! — exclamaba mi madre, sus gritos se podían escuchar por toda la casa y sinceramente, su voz me agobiaba tanto. — ¡Solo tienes una obligación, pasar tus malditas clases y ni siquiera eso puedes hacer bien!

— Lo siento, madre. — fue lo único que pudo salir de mis labios. Mi vista estaba nublosa, culpa de aquel líquido salado al que le llamamos lagrimas.

— "Lo siento, madre". — ella de atrevió a imitarme y rio burlona, sacó su varita y me apunto. — ¡Supe que eras una decepción desde el día que no quedaste en Slytherin!

— ¡Slytherin no es la mejor casa! — exclamé atreviéndome a retarla. La pagaré muy caro, eso lo se. — ¡Todos deberíamos vivir sin el pensamiento de que una casa es mejor que la otra por que tiene cosas que la otra no!

— ¡Cállate o te ahogare en Crucios!

— Cielo, creo que deberías calmarte... el maltrato no ayuda a hacerla entender. — intentó decir mi padre, llamado Darius quien levantó sus mando hacia su esposa Carolina.

— ¡Así no fue en nuestros tiempos! — exclamó mi madre, sin tener piedad.

— Si, que pena que no estamos en la esposa de piedra de la que naciste. — dije en voz alta, arrepintiéndome de mis impulsos cuando mi madre me hechizó.

¡Crucio! — conjuró mi madre. — ¡Ya me tienes harta!

— ¡Carolina, basta!

— Tu cállate, Darius. — ordenó mi madre mientras me apuntaba y aumentaba la intensidad de la maldición. — ¡De alguna manera te haré entender!

[...]

Ahora, me encontraba sola en mi habitación. Ya habían pasado meses desde aquel incidente con mi madre. Y lastimosamente tendría que repetir mi tercer año. De las burlas no me salvare, eso lo tengo seguro. Espero de todo corazón que nadie se de cuenta. Apenas saben de mi maldita existencia.

Tome mi cuaderno pensando en cómo reflejar mis sentimiento a través de la escritura.

Pero nada llegó. Todo esto de veras me esta afectado en muchas maneras.

— ¿Cariño? — la voz de mi padre me sacó de mis pensamientos, vi hacia la puerta casi apunto de gritarle por haber entrando sin tocar la puerta. Pero la puerta seguía cerrada.

— Entra. — le dije, y el entró con una mirada deprimente y arrepentida.

— Escucha... — comenzó a decir mi padre, ya sabía por donde venía esto. — Me disculpo por lo que hizo tú madre. Yo nunca quería que ella te hiciera eso.

Basorexia. || Hermione GrangerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora