CAPITULO CINCO

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El silencio volvió a tomar lugar en su habitación y la mente de Jimin solo se llenaba de dudas que lo asustaban; quién era el chico que llegó a verlo hoy, porque era muy diferente al Jungkook que se unió a él los días anteriores. Supuso que eso pasaba cuando te entregabas como él lo hizo a un desconocido, más no podía evitar preocuparse.

Tratando de ignorar los sentimientos y emociones que nacían dentro de él, se acostó en su cama cubriendo su cuerpo desnudo con las mantas, pronto caería en un sueño que lo agobiaría aún más...

El día siguiente fue casi igual al día anterior: la necesidad de saber de él, un mensaje ignorado, la esperanza, pero nadie llegó a verlo esta vez.

El viernes Jimin se despertó un poco más tarde de lo normal, era su día libre y tendría que ir a la mezquita para reunirse con su familia y comunidad. Terminó su rutina de la mañana que era la misma de todos los días, se vistió con su camisa blanca y su pantalón blanco también, tomó su fez blanco y lo acomodó en su cabeza antes de salir.

Cuando bajó del transporte público se mezcló entre muchas personas vestidas igual que él, pronto encontró a sus padres junto a su hermano y su cuñada, que como cada semana lo recibían muy animados, pero esta vez Jimin tenía la mente en otro lado y no pudo disimular el hecho, cuando le preguntaron se excusó con el pretexto de su trabajo.

Las actividades religiosas de la mezquita se desarrollaron con normalidad, aunque él sintiera que el día se volvía eterno, solo quería regresar a casa, se sentía algo incómodo por estar ahí; además ya era el segundo día en que no sabía nada de Jungkook, una especie de cuenta regresiva había empezado en su pecho desde que estuvo con él la primera noche.

Cuando el día terminó y pudo volver a su departamento, revisó su celular sin encontrar noticia de Jungkook, esta vez quiso pretender que tampoco lo necesitaba por lo que decidió ir a dormir y olvidarse de todo.

El sábado despertó con otra mentalidad, Jungkook se iría al día siguiente y él necesitaba verlo al menos una vez más, sabía que para el menor él solo fue un chico más, y aunque no podía evitar que eso le afectara, aceptaba que para él Jungkook era especial, lo fue desde que lo vio por primera vez.

Por eso, cuando salió del museo pasó por un supermercado antes de llegar a su departamento, tenía pensado preparar un delicioso postre tradicional de su comunidad para llevárselo a Jungkook, y es que, una de las cosas que se le daban muy bien a Jimin era la repostería, esa era otra cosa que solo Jimin sabía de él y ahora podría preparar algo para alguien que no fuera él mismo.

Preparó con mucho cariño y esmero aquel postre, fue a ducharse luego de ponerlo al horno y cuando salió del baño el postre ya estaba listo, por lo que sacó la bandeja del horno y la dejó enfriar sobre la encimera de la cocina.

Se vistió otra vez con ropa informal tratando de combinarla para verse bonito, cuando estuvo listo salió a la cocina y acomodó el postre con mucho cuidado dentro de la cajita especial que también había comprado.

Ahora solo faltaba ir al hotel donde Jungkook se hospedaba y darle la sorpresa, aunque no estaba seguro si para el menor sería eso. Jimin no podía evitar tener una pequeña sonrisa en el rostro, se sentía feliz por poder verlo otra vez aunque le doliera el hecho de que también sería la última.

Eran casi las once de la noche cuando salió de su departamento a buscar un taxi, sentía todo el momento como algo especial, ver las estrellas en el cielo, las luces de las calles, las escasas personas caminar por las aceras y muchas otras entrar y salir de los bares y discotecas del centro de la ciudad; Jimin observaba todo eso mientras el frio viento que se colaba por la ventana del auto rozaba toda su superficie, siendo también alcanzado por el sonido de la música y los murmullos de las personas a su alrededor.

Pasión dormida ❦ Kookmin OSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora