CAPÍTULO 4

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—¡Oh, por todos los cielos! ¡La princesa ha llorado demasiado! —Gris exclamó, al internarse en la habitación.

Edrev también estaba muy impresionada y miró a su alrededor, inspeccionando el lugar.

—¡Es increíble! —exclamó Edrev, poniendo un puño sobre su boca.

Gris se paró frente a un cofre y tomó un diamante que acarició con mucha alegría, después se sentó en el suelo cruzando las piernas. Hizo visera con la mano y acercó su rostro hasta pegar la nariz en la piedra.

—¿Y ahora qué? —Edrev ladeó la cabeza— ¿Te crees experta en reconocer diamantes?

—No haré caso de tu sarcasmo, pero te informo que no es necesario analizarlo mucho, Edrev. ¡Es tan cristalino! —Gris pegó su ojo otra vez sobre la piedra− Al parecer no tiene ninguna impureza. Es totalmente transparente.

—Bueno, bueno... ¿Y qué tiene que ver eso con lo que nos ha traído aquí? Ya deja de perder el tiempo y pensemos como podemos convencer a la princesa para que nos ayude.

Gris se irguió y entonces dejó salir una sonora exhalación.

—Tienes razón.

Dejó el diamante y voló hasta una muy pensativa Edrev. Momentos después, ambas se asomaban desde el quicio de la puerta, para contemplar a la princesa que seguía inspeccionando el gladíolo.

—Es una pena verla así. Seguramente permanece de esa manera todo el tiempo. —dijo Edrev, con tristeza.

—¡Porque está condenada! —exclamó Gris, con aflicción.

—Por más de doscientos años ha vivido aquí. ¡Es inaudito!

Silencio.

— ¿Crees que logremos que entienda lo que queremos hacer? —Gris preguntó con preocupación.

—No lo sé. —Edrev hizo una pausa— ¿Recuerdas lo que nos dijo cuando la descubrimos? Al parecer está eternamente enamorada y espera la llegada de un príncipe. Observa su rostro.

—Pues...si.

—Y eso es precisamente lo que utilizaré para que salga de este castillo y nos ayude.

—¿Sacarla del castillo? Pero tu atrevimiento ya es de alarmarse. —Gris miró a Edrev.

—Entonces, ¿Como pretendes que nos ayude desde aquí? ¿Con telepatía?

Gris guardó silencio, reflexionando que Edrev tenía otra vez razón. Observaron por unos segundos más el semblante embelesado de Alpha.

—¿Eso quiere decir que ella es poderosa y no lo sabe?

—Exactamente. Por eso no nos rendiremos, Gris. Solamente ella puede poner en su lugar a esa Luza.

—¿Tienes alguna idea? —Gris se angustió.

Edrev iba a contestar, pero en eso, observaron como un pequeño colibrí volaba muy cerca de Alpha y entonces ella de un certero y veloz movimiento, lo atrapó con su mano, luego lo soltó, quedando el colibrí totalmente paralizado en pleno aire.

—¡Ahora eres mío! —exclamó Alpha, con una deslumbrante sonrisa.

—¿Viste eso? –Gris se llenó de miedo y se colocó detrás de Edrev— ¡Lo ha...hechizado! ¡No dejaré que me toque jamás!

—Tú misma lo has dicho, querida amiga. —Edrev sonrió triunfal— Ella no sabe el poder que tiene. Ya es hora de que lo utilice... ¡Vamos!

—Tengo una idea. –dijo Gris, en voz baja.

El Portal de DiamantesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora