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Francis

Tuve que ir a abrirle la puerta al repartidor. Había pedido comida ya que me he quedado sin cocinero. Solo de pensar en él siento unos impulsos muy malos. Mi cabeza está diciéndome mil cosas y ninguna es positiva.

A Connie le gustan los hombres que saben cocinar. Mierda, nunca lo había mencionado antes. O tal vez sea algo que se guarde para ella. Yo apenas se cocinar algo, así nunca querrá estar conmigo. Mierda... tengo que aprender.

Ya estaba llevando la comida al estudio, podemos comer juntos ahí. Ella es tan preciosa, tiene tanto carácter. Mi corazón se acelera de solo pensarlo. Su cuerpo bajo el mío... Su piel es tan suave, huele tan bien. Tocarla es mil veces mejor que imaginarlo. Lleve mi mano a mi entrepierna. Me dolía, aún no se me ha bajado la erección. Y en lo que estoy pensando no me ayuda. Me acaricie por encima de la ropa, con la esperanza de reducir la incomodidad. Ha sido peor.

Entre al estudio.

Mi princesa hermosa estaba en el sofá, ese sofá que compré exclusivamente para ella. Situado de forma específica para que pudiera verla bien desde mi silla.

-Cariño, he pedido tu comida favorita- Maldita sea. Su actitud volvió a ser la de antes. De una niña malcriada, suspiré. Estaba tumbada, dándome la espalda. Seguir con esa tontería de no mirarme. Cómo odio eso.

-No tengo hambre.- Sus palabras me arrancaban el corazón. Con ese tono de voz tan frío, ¿Por qué insistes en hacerme daño?
Me daban ganas de llorar.

Me senté a su lado y me incline para besarle la nuca. Pude notar como su cuerpo, pequeño y frágil se estremeció. Se le puso la piel de gallina. Cada vez que haga algo así, voy a llenarle de besos y de mi amor. Tengo mucho miedo de hacerle daño, se que es una chica rebelde. Y eso podia ponerme de los nervios.

-¿No tienes hambre?-Pregunte con retórica. Sé que es mentira, que solo quiere desafiarme. Eso me pone más duro aun y me enfurece por igual.

-me apetece darme un baño- Soltó de repente, girándose ligeramente. Lo justo para verme de reojo. Que alegría, adorno que sienta la confianza de pedirme cosas. Adoro más aún cumplir sus pedidos. No puedo esperar a que me pida todo tipo de caprichos... Siento chispas en mi corazón.

-Enseguida, corazón- Aproveche está oportunidad para alzarla en brazos, cómo la princesa que es. Y le di varios besos en la mejilla y en toda la cara. Su cara roja, ¿Le gustará? Aún no sé muy bien si le gustan mis caricias. Su cuerpo me dice que sí, ¿pero ella?

-Bajame, no me gusta que me cargues-¿No le gusta?, dejé de besarla y solo la llevé al baño. A mí me encanta cargarla...

-Si me dejas cargarte, te daré una cosa que quieras. Menos irte, claro- La dejé de pie frente la gran bañera de mi baño. Quiero quitarle la ropa yo mismo. Ese pijama, me está volviendo loco, es tan sexy. Aproveche para ir llenado de agua la bañera, quiero quedarme a ver cómo se baña. Supongo que es muy pronto para bañarme junto a ella.

Vi como lo reflexionaba. Pareció convencida y sonrió.

-¿Cualquier cosa?- Ese brillo en sus ojos.

-Sí, lo que sea mi amor- agarre sus manos para llenarlas de besos. Sus manos eran tan pequeñas, las adoro.

-Quiero el mando de la tele- Pidió, como si fuera la gran cosa. La sonrisa en mi cara vaciló. ¿El mando de la tele? Puede pedirme cualquier cosa y quiere el "mando de la tele".
Podría pedirme un ordenador. Lo modificaría para que no pudiera comunicarse con nadie.

-¿el mando?- Seguía incrédulo. Tal vez no debería haberla privado de tantas cosas, pero es que no quería que pidiera ayuda. Solo estaba esperando a tome confianza. Maldita sea, ahora me siento mal.

Su cara de ilusión fue desapareciendo al no obtener respuesta.

-¿no me lo puedes dar?- su rostro empezaba a tornarse triste.

-¡SÍ! Por supuesto que puedo- apure a decirle y volvió sonreír. Ufff, menos mal.- Pero pídeme otra cosa mejor- Insistí. Me niego, a que sienta que el puto control del televisor sea un privilegio.

Volvió a pensar unos segundos, su carita de pensar es tan adorable. Me dan ganas a apapacharle los mofletes. vi como sonrió con malicia y volvió su mirada a mi, decidida. ¿A ver?.

-Quiero un iPad, el más grande, con el lápiz para dibujar- ¡Genial! Así que mi bebé sabe de tecnología. A ver, ese iPad sería el de 12'9 pulgadas de casi dos mil dólares. Perfecto, ¡por fin!.

-¡Por supuesto, mi amor!

No pude evitarlo. La tome de la cintura para darle vueltas y besarla. Pude ver cómo se aguantaba las ganas de reír y disfrutarlo junto a mí. Maldita sea, porque piensa que no puede darme su sonrisa. Sí, la he traído aquí sin que me lo pidiera y sí, no dejo que se vaya. Pero reprimirse así, por mí. Debería hacer algo para que se sintiera más como en casa.

Después de eso, como que medio olvidó el motivo por el que estaba enfadada. Mujeres... Y delante mía empezó a desnudarse. Pero completamente, sin ningún reparo, haciendo que se me cortará la respiració.

-C-Connie- Al verla, como dios la trajo al mundo. Me tembló la voz. Mis manos iban directas a atrapar su cintura. Pero ella, que sabe cómo volverme loco. Se metió a la bañera esquivandome. Genial, se me baja una erección y ya tengo otra dolorosa ahí abajo.

No sé ni cómo, estoy aguantando estás ganas hacerla mia. Quiero que tenga más confianza en mí primero. Pero si sigue así de traviesa voy a violarla sin esperar más.

A lo mejor parecía muy descarada la forma en que la miraba. Ella solo me ignoraba, cómo si no estuviera. Se enjabonaba el cuerpo y hacia burbujas, quiere matarme...

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