The real Lauren Jauregui

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— ¡Y DJ me dijo que las hormigas se volverían gigantes si las metíamos en la piscina! Pero me mintió...— Bufó Camila, cruzándose de brazos.

Lauren rio.

— Seguro DJ tampoco tenía idea de que las hormigas no iban a crecer si se arrojaban a la piscina. — articuló Lauren, con la vista fija en la carretera.

— Dinah siempre me miente... pero la amo... es mi mejor amiga...— Empezó a balbucear la castaña, soltando pequeñas risas. — Pero Lauren... no te pongas celosa. Yo también te amo ti.

Lauren no dijo nada, pues su vergüenza no la dejaba.

— Es ahora cuando me dices que tú también me amas, Laur. — Le recordó Camila, sonriendo ampliamente, pero sin mostrar sus dientes. Ante aquella mirada de cachorro, Lauren simplemente no pudo negarse.

También te amo, Camz. — murmuró, sonriendo ruborizada.

Camila se calló en ese momento y los que siguieron después y Lauren la agradecía, pues no quería tener que morir de la vergüenza por otras cosas que se le pudiesen salir a Camila en ese estado de ebriedad, donde parecía no tener filtro alguno a la hora de hablar.

Un par de minutos después, ambas estaban frente a la casa de Lauren, quien hace tan solo un par de meses vivía solo con su hermano mayor, Logan, quien le había recibido con los brazos abiertos cuando volvió del intercambio estudiantil en Estados Unidos. Sus padres le habían pedido que volviese a su cuidad natal, pero Lauren prefirió vivir con su hermano en la capital y, después de conocer personas tan fantásticas como las que eran sus nuevas amigas, no se arrepentía de su decisión.

Salió del auto, pensando que tendría que abrirle la puerta a Camila y llevarla ella misma hasta el interior de la casa, pero se sorprendió en cuanto la mayor abrió sola la puerta y salió por su cuenta, caminando entre tropezones a la entrada.

— ¡Lonnie!. — Gritó Camila, deteniéndose unos metros antes de llegar a la puerta.

— Camz, Lonnie no se encuentra aquí, esta es mi casa. — le hizo saber Lauren parándose frente a Camila, quien la miró con el ceño fruncido.

— ¿Por qué me trajiste a tu casa, Laur? — Preguntó Camila enarcando una ceja.

— No tenías dónde pasar la noche, Camz. Me ofrecí a darte hospitalidad porque sé que mi hermano no pasará aquí la noche, además, sé que no le molestará. — le explicó Lauren, esperando que Camila la entendiese.

Esta sonrió.

— Si querías que durmiera contigo no tenías que inventar una excusa...—Camila hipó. — Yo hubiese venido... si era contigo... sin importar nada...

Lauren sintió calentarse sus orejas.

— No, Camz... yo... y-yo...— Camila abrazó a Lauren, acercando en demasía su rostro al de la mayor.

Silencio, Laur... despertarás a Lonnie...— Susurró Camila, mirando fijamente a los labios de la pálida, quien empezó a entrar en pánico de inmediato.

¿Y si Camila la besaba? ¿Qué se supone que debería hacer si eso llegaba a ocurrir? ¿Aceptarlo? ¿Y si se sentía rechazada?

Pero no tuvo tiempo de pensar mucho más, pues Camila la besó en la nariz y se apartó, tambaleándose hasta la puerta, donde empezó a golpear aparatosamente, sin cuidado alguno.

Lauren tuvo que respirar más de tres veces contando hasta diez. La pálida caminó hasta ella y la apartó levemente de la puerta, dándole tiempo para mirarla con una sonrisa boba y abrazarla por la espalda, trepándose como un pequeño koala. La mayor sonrió y abrió la puerta, luchando por no caer hacia atrás y herir a Camila

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