Tan pronto la niña estuvo adormecida, Ámbar, la pelirroja, con la ayuda de Ángel subieron las hamacas al piso de arriba. Este era bastante curioso, había dos más, que en total hacían cuatro "camas", el resto eran puros cojines, algunos más blandos que otros. Había también un rústico estante hecho de los dorados tablones, aunque mal trabajados. Contenía varios libros con títulos rarísimos, tales como "El dolor del tiempo", "Nacidos para morir", "La marcha de los faroles" o "Más allá de nuestro suelo".
Con cierto trabajo amarraron las hamacas a las vigas del techo. Algo curioso era la cantidad de agujeros que este presentaba, a través de ellos podía verse el cielo, era bien entrada la noche, pero no había estrellas, ni lumbrera alguna, la única luz provenía del fuego verdoso de la vela que estaba sobre la mesa y que ahora sostenía Turquoise.
Alix estaba realmente cansada, se le cerraban los ojos cuando de acostó en el improvisado lecho. Escuchaba una ténue melodía, como un susurro, mezclándose con el ambiente "...el azul es más puro..." El sonido era una voz humana "... se acercan los malignos..." Era un cántico "... allí donde estás..." Fue lo último que escuchó antes de que todo se volviera silencio.
Un resplandor anaranjado iluminaba la sala, el cuerpo de Alix le pedía más descanso y no se lo hubiera negado de no ser porque algo sacudió el camastro improvisado de tal forma que se soltó uno de los amarres y cayó al suelo, les puedo asegurar que este estaba muy duro. Con un punzante dolor en la pierna levantó la cabeza para encontrarse con el gemelo.
-¡Cómo duermes!, ni siquiera Ángel duerme tanto - se quejaba.
- ¡Pukhraj, te dije que la dejaras en paz! - le reprendió su hermana, al tiempo que ayudaba a Alix a incorporarse, parecía ser conciente de su dolor - ¿Te duele mucho?
-No, seguro enseguida se me pasa - contestó siendo lo más sincera posible.
- ¡Qué despertar tan pacífico! -ironizó Ángel, que acababa de subir las escaleras al escuchar el ruido.
Detrás de él venía la más pequeña, con una muda de ropa oscura en las manos. Era una capa con una capucha y un vestido gris.
- Espero que el vestido sea de tu talla - dijo Ámbar examinando a la niña de arriba a abajo.
- ¿Para qué la capa? - preguntó Alix algo distraída.
-Tu color de cabello no es muy común - contestó Ángel - la gente de aquí es algo resentida.
Esto último lo dijo colocándose su capucha sobre el blanco cabello. Acto seguido, los chicos le dieron espacio para que se cambiara sin dejarla preguntar nada. La prenda le quedó algo ancha, pero bastante cómoda, por su simpleza, ya que solo tenía unos pocos adornos. La capa le llegaba hasta los tobillos, pero le permitía moverse con naturalidad. Peinó su cabello con el cuidado de ocultar la trenza bajo la tela negra del gorro de la prenda. Conservó sus sandalias, dado que las de la pelirroja le quedaron pequeñas.Una vez lista bajó para reunirse con los demás.
Antes de bajar escuchó a los chicos hablando en voz baja, aunque no lo suficiente para que la niña olvidara su pésima costumbre.
- ¿Están seguros de esto?- reconoció la voz de Ámbar.
- No le ocurrirá nada, te lo prometo - la niña no logró distinguir esta voz, pero supuso que sería la de Ángel, ya que no imaginaba al pelirrojo diciendo aquello.
- No puedes prometer eso- replicó la gemela.
En ese momento la niña tropezó con un cojín, haciendo un ruido al caer.
- Shh, ahí viene - dijo otra voz, que debía prevenir del gemelo.
Alix tuvo que bajar obligatoriamente.
- ¿Está todo bien? - le preguntó Ángel.
La niña asintió con temor de que la descubrieran, pero ninguno le dijo nada. Los demás estaban vestidos de formas similares a la suya, aunque sus capas tenían algunas gemas decorativas, todos excepto Turquoise, que según Ámbar no iría con ellos.
-¿A dónde vamos? - preguntó por fin la niña.
-Al pueblo, por supuesto, ¿A dónde más podrías ir en un reino decrépito como este?- sentenció Pukhraj, reprendido por su hermana.
¿Por qué se habrá referido al lugar de esa forma? Probablemente se deba al Rey mencionado antes por los jóvenes. Entonces Alix se acordó de ellos y le preguntó al respecto a Ámbar, obteniendo silencio por respuesta y un cerrado "no sé" ante la insistencia.
Pronto parten los cuatro, los demás niños avanzan más despacio que Cobalto, por lo que Alix no tuvo ningún inconveniente durante el trayecto. No habían avanzado mucho cuando los encapuchados alcanzaron a ver el lugar indicado. Tan lejano le parecía que los minutos eran demasiado tercos y se negaban a avanzar. Sentía el cansancio en cada salto, así, sin ver cambio alguno en la distancia se propuso mirar hacia atrás, el molino estaba a la distancia justa como para regresar en segundos.
- No avanzamos nada - se quejó Alix.
-¿Ah no? - ella no veía el rostro de Ámbar al decir esto, pero sentía la sonrisa en su tono de voz.
Lo siguiente que supo la cansada mente de la niña fue que estaban pisando el magestuoso lugar. No sabía cuando habían llegado o qué distancia era la recorrida, pero allí estaban. El pueblo era prácticamente mágico.
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Gume, La Tierra Del Reino
FantasyDonde brillan las esmeraldas Donde el azul es más puro El cielo cambia sus tonos Por un color más oscuro No veo ya las estrellas ¿Por qué la luz se va? Se acercan los malignos ¿Me escuchas allí donde estas? *Para todos aquellos que creen en cuentos...