Capítulo 12 - La cueva Zafiro

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Al darse la vuelta se encontró con el rostro cansado de Ámbar. Sus latidos regresaron a la normalidad.

—¿A qué te referías cuando dijiste que no sucedería nada? — dijo la niña liberando parte de su enojo— casi muero allí.

La pelirroja la miraba sorprendida, como si no diera crédito a sus ojos.

— ¿Estás bien, Alix? — preguntó.

—¡No! Fue horrible— respondió a gritos, antes de calmarse por las súplicas de la gemela— ¿Dónde están los demás?

— Ya están abajo.

Terminando de hablar la muchacha, la mujer de antes apareció por el pasillo.

—¿Qué hacen aquí? ¡Lárgaos!— chilló aquella.

Las niñas obedecieron al instante, unos segundos después estaban fuera del edificio y camino al molino. Alix notó un cansancio antinatural en el resto de los chicos, que también debería verse reflejado en su propio rostro. Los saltos de Pukhraj no eran tan enérgicos como antes y su hermana mostraba un cuidado especial hacia él viendo que se tambaleaba cada vez que pisaba la tierra. Ángel se quedaba rezagado varias veces y le costaba retomar el paso, En cuanto a la niña, aún sentía la nauseabunda sensación del líquido extraído de su cuerpo por las agujas.

La niña les había preguntado repetidamente por lo ocurrido en aquel lugar, pese a que los demás se negaban a responderle, si bien saltar ya era suficiente esfuerzo físico. Pasado un tiempo, tanto que la pequeña de cabello blanco no lograba medirlo, estuvieron de vuelta. Las cansadas piernas de Alix le dificultaban continuar, exigiendo descanso. Una vez dentro de la estructura se quitó la capucha que la ahogaba, dejándola en un rincón. Cobalto estaba sentado en un cojín frente a la mesa, jugando ajedrez con su hermana pequeña. Las piezas eran muy extrañas y las movían de manera diferente a lo que Alix estaba acostumbrada, la que más le llamó la atención fue un gato, que sólo se encontraba del lado de las negras. La niña miró además entre las blancas fuera de juego, pero no encontró dicho animal entre ellas.

En cuanto los chicos entraron Cobalto se levantó con una mirada nerviosa.

—¿Dónde estaban?— preguntó.

Hubo un silencio y todos los niños callaron mirando al suelo.

— No lo volveré a repetir— dijo el joven.

— En el pueblo— se atrevió a decir Pukhraj.

—¿Se la llevaron?— la pregunta hirió la conciencia de Alix — ¿Cuántas veces debo decirles que no vayan a ese lugar?

—Pero... —empezó a decir Ángel.

—Nada— lo cortó él.

Entonces Turquoise tiró de la camisa de su hermano. Lo miraba suplicante, tal acto pareció calmarlo un poco.

—Más vale que tengan una buena explicación— dijo suavizando la voz.

Dicho esto se sentó nuevamente en el cojín, masajeándose el puente de la nariz y miró a los niños, espectante.

—Dijo que nos diría el paradero de Onix — respondió Pukhraj una vez más.

—A cambio de tiempo, que es lo que ustedes no entienden — dijo Cobalto poniéndose en pie para acercarse al pelirrojo y habló en un tono más amable y comprensivo— una extracción no es un juego, sé que extrañas a mi primo, pero hacer tratos con otros refugios no es la manera, la gente de ese lugar es levadura, Puk.

El gemelo le miraba directamente a los ojos, como si tratara de enfrentarlo con la mirada. Pronto se rindió a un abrazo por parte de Cobalto, quien luego se dirigió a Alix. El joven se arrodilló para estar a su altura y le dirigió la palabra dulcemente.

— Siento que tuvieras que ver esa parte de Gume— se disculpó.

La niña se encogió de hombros e hizo un gesto para restarle la importancia que sí tenía el amargo trago que acababan de darle.

—¿Te gustaría acompañarme a buscar agua? — le preguntó — Turquoise quiere mostrarte algo que seguro te encantará.

Alix asintió ante la promesa. Acto seguido la más pequeña desapareció tras una puerta, regresando con tres cubos de metal liviano, uno de los cuales le correspondió a la niña de cabellos blancos.

Al salir se fueron los tres en dirección contraria al pueblo. La niña se preguntaba a dónde irían y así se lo hizo saber a Cobalto. La pequeña de los rizos dorados se puso el dedo índice sobre los labios en señal de silencio, sonriendo pícaramente mientras miraba a su hermano.

—Lo siento, pero Turquoise no quiere que te lo diga, dice que es una sorpresa
— dijo con la sonrisa que caracterizaba su rostro normalmente.

La niña se alegró de verlo sonriendo luego de aquella tensa situación, así que por no arruinar su alegría tuvo que abstenerse de preguntarle sobre Lady u Onix. Alix notó que seguía cansada, pero le molestaba menos, ante la promesa de la pequeña muda. Sin llevar ninguna noción del tiempo, los tres llegaron a una isla preciosa. Era gigantesca, había una colina con una abertura que simulaba una cueva, cuya la entrada se encontraba semi cubierta por un gran estanque, el cual ocupaba la mayor parte del área de tierra. La niña calculó que dicho estanque medía casi un kilómetro cúbico. Era la isla más grande que había visto hasta entonces.

Rodearon el inmenso estanque caminando, hasta llegar a la parte más cercana a la entrada de la cueva.

—¿Sabes nadar? — le preguntó Cobalto.

Ella asintió. Alix se enorgullecía de ser la mejor de su clase de natación, el cual era su pasatiempo preferido. Cuando era muy pequeña iba a la Laguna del Tesoro con su padre a quien amaba, el real, no ninguno de sus padrastros, antes de que este se divorciara de su madre, como es la mala suerte de muchos niños hoy en día.

Una vez en el agua, esta se sentía extraña, más densa que la de su mundo, por lo que era más fácil flotar. Tragó un par de veces por accidente y casi se ahoga al darse cuenta de que estaban amargas, aquello era una mina de vinagre. Cobalto tuvo que ayudarla a salir a flote. Cuando por fin llegaron a la orilla en el interior de dicha cueva, la niña se echó boca abajo respirando con dificultad.

—Dijiste que sabías nadar —bromeó el joven rubio.

— ¿Qué era... eso? — logró decir apenas.

—Solo agua, pequeña lady.

Alix decidió no contestar, tratando de quitarse el amargo sabor que le quemaba los pulmones. Solo cuando logró estabilizarse, se sentó tosiendo aún. Turquoise le dió algunos golpecitos en la espalda.

—¿Mejor? — preguntó Cobalto, sonriendo.

—Más o menos, ¿Qué es este lugar?— quiso saber Alix.

—Bienvenida a la cueva Zafiro, uno de los pocos lugares en Gume que no poseen gemas —dijo aquello señalando al techo.

—El nombre es contradictorio...

Miró hacia arriba, encontrándose con efecto magnífico, entre la luz reflejada por el "agua", si es que merece ese nombre y las paredes de la cueva. Destellos azules se movían como una hermosa película, pero más real.

—Retiro lo dicho, este lugar es increíble— dijo mirando a los hermanos, que la contemplaban con una sonrisa en sus respectivos rostros— gracias

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⏰ Ostatnio Aktualizowane: May 06 ⏰

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Gume, La Tierra Del ReinoOpowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz