Si te viera de nuevo.
Mira hacia arriba y contempla como el viento se lleva consigo las nubes.
Abraza el calor que en tu momento de libertad te ató hacia la vida.
Si te dijera cuantas lunas han pasado jamás me creerías; en cada una me fui navegando, observando como el cielo va besando el mar de estrellas.
Cada hoja que cantaba al compás de los días ha muerto.
Ahora tu cadáver azota al atardecer, como si de una penitencia fueses el penitente.
Al menos la sombra noble del los que te rodean no te dejará a la deriva.
En tu ausencia, seguiré surcando cada ola de este vasto cuerpo en el cual todos los sueños brillan como susurros gentiles que acarician con sus palabras tu hogar.
Si mi cuerpo muere dejaré que de el brote la vida.
Asi si alguna vez me buscas en la ilusión del beso entre la noche y el mar, sabrás que no hay luna que no me dijera tu nombre.
Mariposas muertas que no me mostraran tu rostro.
Ni canción que no baile a tu son.
Por el momento, seguiré recordándote como lo que fuiste, mi luz.
Hasta entonces, desierto.
Sopla vida mía.