Ráfagas de aire que cargan vientos congelados son una recurrente visita, acompañadas de memorias que, como un candelabro adornado con piedras preciosas afiladas e irregulares, embellece el cielo, obligando a las gemas caer sin piedad, listas para cortar y desgarrar.
A pesar de la tormenta recurrente, el cenzontle que a voces deja escapar sollozos no suelta el sonido de tu voz o lo tibio de tus palabras.
Solo comparte el escalofrío de la brisa, ante la sensación de ver tu tormenta de reojo y de manera desamorosa bajar la mirada ante el recuerdo de las memorias.