Prólogo

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Naia
Es el regreso a clase. Ya voy en último curso. Para mí es un día normal. Cuando digo normal, me refiero a que todos me miran raro, cuchichean entre sí y luego ríen. Los chicos se acercan a hacerme comentarios y preguntas absurdas. Nada importante. Solo, lo normal. Ha sido así durante un largo periodo de tiempo. Siempre los ignoro, pero no es algo a lo que pueda acostumbrarme, ya que aún sigo sanando. — Guardo mis cosas en el casillero y a lo lejos escucho como alguien grita mi nombre. Frunzo el ceño a la vez que me giro hacia el lugar de donde proviene la voz; Es John. Mi mejor amigo. Este viene corriendo agitando las manos levantas y una gran sonrisa de oreja a oreja. Grita mi nombre una vez más:

—¡¡Naiaaa!! — Continúa agitando las manos, como si quisiera volar. Llega a mi lado y se pone una mano en el pecho y otra en la rodilla, intentando recuperar el aire. — Yo también te eché de menos. — Dice con sarcasmo al notar mi ceño fruncido. — ¿No me darás un abrazo? Ven aquí.

Lo detengo con una mano en el pecho, antes de que pueda acercarse más a mi. — Me mira algo extrañado con el ceño fruncido.

— ¡Estas sudado! — Me apresuro a decir. Hago un gesto con las manos, refiriéndome a su camiseta empapada y a su cara goteando. — Relaja un poco su semblante al ver a lo que me refiero.

— Vamos Naia, no me digas que no me vas a saludar solo por esto. — Señala su camiseta empapada de sudor.— Espera, ¿Acaso tú no me echaste de menos?

— ¿Es en serio John? Nos vimos hace una semana. No es para tanto. — Abre la boca y se lleva una mano al pecho, haciéndose el dolido y sorprendido. — Por favor, no es para tanto.— Pongo los ojos en blanco y empiezo a caminar por el pasillo, dejándolo atrás.

— ¡Naia! Espera. No te vayas sin mi. — Puedo escuchar como corre detrás de mi. Se detiene frente a mi jadeando. — Naia, espera. ¿Qué pasa?

— Nada— Cruzo los brazos en un intento de hacer que deje de hacerme preguntas.

— Naia, por favor, se que algo pasa.— Me mira con cautela y un ligero tono de preocupación. — Puedes contarme.— Relaja el gesto, lo que hace que empiece a tranquilizarme un poco.

Es mi mejor amigo y se que puedo contar con él. Es el único que nunca se ha detenido a hacerme preguntas incómodas como los demás. Tampoco me hace comentarios absurdos. — Se que puedo contar con el.

— Vale— asiento y dejo escapar un pequeño suspiro.— Es el regreso a clase y no ha cambiado nada. Todos me ven como la loca de aquí.— Hago una pequeña pausa y tomo una gran bocanada de aire.— Estoy segura de que todos creen que voy a terapia por lo que pasó con Nick, mi ex. — Espero a que diga algo, pero el solo me ve, así que decido continuar. — No es por el. Se que nunca te he contado por qué voy a terapia pero te aseguro que no es por esa razón. — Esta vez si responde.

— ¿Por qué no me has dicho la razón por la que vas a terapia?— Hace un pequeña pausa pero no se inmuta.— He sido paciente, no quiero incomodarte y mucho menos presionarte a hablar de algo que se que es difícil. Pero sabes que puedes contar conmigo para lo que sea y si tan solo supiera lo que está pasando, podrías recibir más apoyo de mi parte.

— Lo sé, lo siento. Quiero hacerlo, en serio quiero contarte, pero no lo sé, es — Hago una pausa. No sé cómo podría describirlo, así que decido cambiar de tema. — Da igual. ¿Nos tocó en las mismas clases? — una pequeña sonrisa se dibuja en mi rostro.

— Creo que si.— John sonríe, sin hacer preguntas sobre el cambio de tema tan repentino.— Vamos, que se hace tarde.

No somos y no podemos serDonde viven las historias. Descúbrelo ahora