Primero una cita

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Es hora de ir a casa. El instituto parece una universidad. Es un campus enorme. — Voy caminando hacia la salida con John junto a mi. — A lo lejos alcanzo a ver a Sam. Decido acercarme. — John solo me sigue, sin percatarse de lo que hago. — Llego junta a Sam, que está sentado en unos de los bancos del campus, concentrado en algo en el móvil. — Parece importante, pero me da igual.

Llego a su lado y carraspeo ya que no parece haber notado mi presencia. — Sam levanta la mirada y sus ojos color miel recaen sobre mi. — La verdad es que nunca me había fijado en el. — Tiene el pelo castaño oscuro todo revuelto. A simple vista podría describirlo como un chico guapo pero engreído. — Es obvio que todos aquí lo aman, pero yo nunca me he fijado en él. Ni me interesa hacerlo. — No me gusta estar cerca de personas con el ego por las nubes y el es uno de esos.

— ¿Me pasas tu número? — Digo sin rodeos. Al notar la sonrisa de burla que se forma en su cara y la cara de sorpresa de John, me doy cuenta de que no ha salido como esperaba.

— Vaya, ¿no sería mejor invitarme a una cita primero? — Noto ese tono de burla en su voz. Eso era obvio que pasaría. En la cara se le ve lo poco ingenuo que es.

— No, gracias. No soy de las que van como un perro detrás de ti. Tampoco es como que me interese tener tu número, pero, ¿ Si me lo pasas?. — Suelto todo sin mucho interés.

— Todas quieren conmigo. Es obvio que solo lo dices para hacerte la interesante. — Hace una pequeña pausa, pero luego de unos segundos prosigue— Dices que no eres unas de ellas, pero de la nada te apareces frente a mi, como hacen todas y me pides mi número. — Su tono burlón ya me está haciendo hervir la sangre. — Vaya, que forma más curiosa de demostrar que no te intereso.

— No se que te crees. Que todas quieran contigo no significa que yo también quiera. — Suelto un suspiro y cruzo los brazos.— No estuviera aquí si no fuera necesario. Hazme esto más fácil y solo dame el puto número. Luego te explico todo.

— Vale, vale, lo que tú digas. — Levanta las manos en forma de rendición pero aún con ese aire burlón. — Dame tu móvil. — Le entrego el móvil y me aseguro de que no entra a husmear. — Ahí tienes, chica a la que no le gusto. — Ruedo los ojos y le quito el móvil de las manos.

No digo nada y empiezo a caminar lejos de él. — Ya me doy cuenta de que este proyecto será una tortura.

Mierda, es verdad. Había olvidado hablarle a John sobre el proyecto. — Me detengo y miro su cara. Me doy cuenta de que aún está perplejo y intenta descifrar lo que acaba de pasar

— ¿Que mierda ha sido eso? — Dice, aún intentando procesarlo. — ¿En serio acabas de pedirle el número a Sam Braden? ¿El chico más popular de todo el insti? — Hace una pausa— Vaya Naia, estás llena de sorpresas.

— A ver, es solo para un proyecto ¿si? Todo lo que he dicho antes es verdad. No me interesa conocerlo, hablar con él y mucho menos quiero algo con él. Ya lo he dicho antes. No soy como esas que van detrás de él como si fuera un dios griego.

— La forma en la que le pediste el número no dice lo mismo.— Dice casi en un susurro, con un tono sarcástico.

— ¿Quieres callarte? Sabes que no me he interesado en nadie luego de lo de Nick.

— Si si, lo sé, perdón. Solo intentaba hacer una broma para calmar un poco el ambiente. — Esta vez se escucha con un ligero tono más serio.

— Sabes que Sasha era mi mejor amiga. Ahora es una más de las que me miran raro. Tal vez ella también piense que lo de la terapia es por lo de Nick. — Siento una punzada en el estómago, así que decido hablar de otra cosa. — Creo que será una tortura tener a Sam como pareja de equipo.

— Vamos, no puede ser tan malo.— Aceptó el cambio de tema sin reproches, es algo que le agradezco. Siempre sabe cuando no quiero hablar sobre algo.

— No me digas que en serio lo crees. No sé cómo todos lo aman. Hace un momento acaba de demostrar que es un grano en el culo.

No somos y no podemos serDonde viven las historias. Descúbrelo ahora