- Craig. Hijo, hijo. - Dijo su madre.
Fingió que se despertaba. Si su mamá se enteraba que no había dormido en toda la noche se pondría furiosa, por más que el le diera explicaciones.
- Hay que ir al colegio. El colectivo pasa como en 20 minutos.
Ella tenía una voz suave. Era algo fría, nunca llamaba a Craig con apodos típicos de una madre, pero su voz demostraba cariño.
Se visitó y bajó a desayunar.
- Buen día. - Dijo.
- Buen día. - Respondió, con frialdad, su padre.
Tricia comía cereal silenciosamente, no saludó. Parecía que ni se inmutaba de la existencia de su hermano.
Desayunaron mayormente en silencio.
- ¿Cómo te fue ayer? - Dijo su madre, medio forzando una sornisa. - En el conservatorio.
- Muy bien. - Dijo intentando responder con buena actitud, odiaba responderle con "mala onda" a su mamá, la mujer se esforzaba demasiado en hablar bien con su familia.
- Me enteré que el nene de los Tweak va con vos.
Sus ojos se abrieron con platos, intentó disimular - Si, Tweek.
- Nene raro... - susurró Tricia.
Craig apretó los puños - Es bueno.
Llegó el autobús escolar y se despidió de su familia.
No es raro, pensó.
Tenía tics, pero no eran raros.
Sus ojos tal vez lo sean. Pero no en un mal sentido.
Eran enormes, y demasiado claros. Literalmente claros, apenas se distinguían las pupilas de la esclerótica*.
Ver a Tweek era como ver a un gato bebé. Pequeño, juguetón y despeinado.
Craig deseaba que el rubio fuera con el en el autobús, solo para observarlo. Nunca sabía que decirle.
Hoy, se propuso hablar primero.
Sacó un cuaderno y anotó:
"Hey, ¿Qué tal?"
Parecía un buen saludo, algo casual.
"Hola, ¿Viste al chico lindo, el que no dejo de pensar? Ah, sos vos."
Le hubiera encantado decir eso, por más ridículo que fuera. Lo tachó.
Se decidió por la primera opción.
*La esclerótica le da su color blanco al globo ocular. ( Básicamente, la parte blanca del ojo ).
