1600 d.C.
En una galera, yo! Con un remo cubierto de conchas que me está destrozando la piel, remando día y noche! De haber sabido que los hijos de familias nobles podíamos acabar así me habría escapado de casa... Pienso reprimiendo las lágrimas con lo poco que me queda de orgullo a estas alturas.
A mi alrededor otras 40 chicas en mi misma situación reman con fuerza al ritmo que marca un tambor que alguien está tocando desde la cubierta. Solo se oyen los golpes rítmicos, el batir de las olas y las respiraciones agitadas del resto de mis compañeras, pero nadie dice nada...
Qué hay que decir de todas formas? Nuestras caras son todo un poema: con expresiones que van desde el miedo más puro al enfado, pasando por la confusión. Está claro que casi ninguna de estas hijas de familias importantes contaba con pasar el resto de su vida en una isla desierta del Mediterráneo, sirviendo a una orden que creían leyenda.
Acaso no nos merecemos un futuro mejor? Toda nuestra educación en geografía, historia, filosofía, ciencias, aritmética... Todas las horas de lectura, idiomas y contacto con otros miembros de la nobleza... Todo ese talento y tiempo, para que ahora nuestras propias familias lo tiren al mar?
Y todo por una estúpida orden de caballería que ideó algún iluminado en el pasado persiguiendo un sueño imposible. El sueño de unir a las cinco principales monarquías del continente europeo en una organización que sería utilizada para enfrentarse a enemigos o problemas comunes cuando fuera necesario.
Era una idea interesante y ciertamente bonita, hasta que decidió colocar esa orden en una isla desierta en medio del mar, y firmar un tratado de compromiso que obligara a la implicación de todas las casas nobles de los territorios durante cientos de años... Tratado que a mí me daba exactamente igual hasta hace una semana, cuando se coló de pronto en mi vida para arrastrarme con él hasta este sucio y húmedo barril que llaman barco.
Al parecer en casi todas las familias lo mantienen en secreto para ocultar la verdad al pueblo llano: que los nobles también perdemos a miembros de nuestras familias por los caprichos de los reyes, y que todo el dinero y tiempo dedicados a esas personas desaparecen de un día para otro. Pero cada 25 años más o menos, cuando hay nuevas generaciones, llega la "Orden Real" de elegir a un nuevo miembro de entre 18 y 38 años de cada familia noble para que vaya a la Corte y cumpla con el tratado, y es irrebatible.
Ese fue el destino de mi tía Eritrea, quien siempre se me contó que había muerto en una cacería antes de nacer yo y ahora sospecho que fue seleccionada. Una selección que, por cierto, probablemente fue tan injusta como la mía:
"—Tú nos representarás.— Dijo mi tía Úrsula tras llamarme al despacho de negocios donde también estaban mi abuela y mis otras cuatro tías, las dirigentes de mi familia. Me explicaron brevemente qué era lo que aquello significaba y concluyeron:
—El resto de nuestras herederas tienen ya propiedades o familias que mantener, o son más jóvenes que tú.
—Y mi prima Clara? Tiene la misma edad que yo...
—Se ha inscrito en la Escuela de Ingeniería Naval. No es una opción.— Dijo su madre rápidamente con ojos fríos. Apuesto a que sería una sorpresa para Clara también al terminar esa reunión, pero al menos no implicaba fingir su muerte.
—Y Melisa? Aún está decidiendo a qué dedicarse, como yo, y tampoco tiene nada ni nadie a su cargo...
—Es menor que tú.— Respondió mi abuela igualmente rápida.
—Solo dos meses.— Contraataqué yo como último recurso."
Pero no había que ser muy inteligente para ver que todo aquello era una elección premeditada y que nada de lo que yo dijera cambiaría mi suerte. Melisa era la nieta favorita de mi abuela, y el resto de mis primas estaban respaldadas por sus familias o por su valor económico, a pesar de contar aún con muy pocas propiedades heredadas. La única persona que faltaba en esa reunión era mi madre, que se encontraba en el sur de Portugal cerrando algún negocio, y probablemente no había dado demasiada importancia a la reunión familiar que se había convocado.
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La Orden de Malta
AventuraFuera de la isla se declaran guerras constantes; dentro deben trabajar juntas o morir. Podrá Vega entrenarse para destacar y elevar a su nación sobre las demás, sin olvidar que la unión hace la fuerza? En la isla de Malta jóvenes guerreras italianas...