La Orden de Castilla

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—Habéis venido a morir.— Dice fríamente una mujer con armadura desde el centro de la sala. —Y no solo eso: habéis sido enviadas por vuestras propias familias a morir...

La nave de piedra se vuelve más oscura de pronto y no tengo claro si es por la escasa luz que entra por las vidrieras, o por las palabras de la teniente que se pasea por el altar ante nosotras.

—Podrán camuflarlo alegando que es un "honor". Podrán deciros que os han elegido por vuestra valentía, que representaréis a vuestros linajes...— Dice gesticulando, haciendo brillar el metal de sus antebrazos. —Pero la realidad es que hoy estáis aquí, en una isla desierta, transformadas en simples peones de guerra; mientras ellos se recuestan en sus tronos en los palacios en los que crecisteis.

—Odiadme si queréis, por mancillar el nombre de vuestras familias. Los apellidos de los que tanto habéis hecho gala hasta ahora en vuestras breves vidas y tanto habéis defendido...— Dice la mujer, y al hacerlo se para y pasea su mirada, más dura que la roca, por cada una de las chicas que la observamos en silencio. —Pero yo no soy quien os ha seleccionado para venir aquí a perder la vida.

Me da un escalofrío que no logro ocultar, y detrás de mi escucho a alguien sollozar por lo bajo.

La mujer se pasea sin decir nada durante lo que parecen horas, pero lo peor de todo es que nadie dice nada... Le otorgamos la razón con nuestro silencio, hundiéndonos en la miseria y en la humillación en el proceso.

Hace poco más de una semana éramos nobles, herederas de grandes fortunas con importantes planes que llevar a cabo y contactos que nos elevarían a la cima...

Hoy somos menos que los aldeanos que cultivan nuestras tierras... Porque aunque ellos no hayan pisado jamás un palacio, al menos tienen su libertad.

—Ahora que sabéis la verdad tenéis ante vosotras solo dos opciones: aceptar la realidad como una orden de muerte impuesta y dejaros morir; o luchar por sobrevivir...— Dice la mujer, clavando en nosotras sus iris pardos. —Vuestras familias os han enviado al matadero, pero nadie ha especificado en qué os convertiréis allí... En víctimas o en verdugos...— Dice con una mueca tan fría que, si no fuera por las otras chicas, probablemente saldría corriendo.

—Tradicionalmente se otorgan 10 semanas a las legias, o aprendices de soldado, para elegir un camino y probar su valía. Pero Europa está en guerra, y los monarcas no entienden ni respetan nuestros tiempos. Por lo que nos han exigido el envío de 80 efectivos a la guerra de Oriente dentro de solo 2 meses.— La teniente, cuyo pelo trenzado cae sobre su yelmo, hace otra pausa, y yo aprovecho para mirar a mi alrededor.

En la oscuridad de la galera en la que vine no se distinguían cuántas personas ocupaban los bancos de remo. Y recuerdo a Cat decir que nuestro barco era pequeño comparado con los que solían transportar soldados a Malta según los marineros italianos. Lo cual explica por qué en esta sala hay más de 100 chicas que llegarían, en su mayoría, en otras galeras mayores...

Me giro para observar a las demás, con sus blusas bordadas ahora desgastadas y descoloridas, como la mía, y trato de contar a más o menos cuántas somos...

—Ciento cuarenta.— Sentencia la mujer de armadura de pronto. —Precisamente lo que contabas, no? Legia...

—...Valcarpio.— Murmuro al ver su mirada fija en mí mientras lucho por mantener el tono firme en mi voz.

Asiente. —Ciento cuarenta. Lo que significa que, contando las bajas habituales de los entrenamientos, solo 1 de cada 4 continuaréis en la isla tras enviar los barcos de guerra dentro de 8 semanas.

Silencio.

La muerte está mucho más cerca de lo que pensábamos...

La mayoría de las personas que ocupan esta nave no verán el próximo invierno.

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⏰ Última actualización: Aug 29, 2024 ⏰

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