Capítulo 6.

27 4 0
                                    

Han pasado tres días desde que Agatha Von kreist volvió a mi vida. En aquel momento quise gritar, llorar, retorcerme y pedir auxilio, pero eso solo me hubiera traído problemas y que me tratasen más aún como una loca. Decidí que lo mejor era hacer como si nada y comportarme lo mejor posible para que me sacasen de aislamiento, donde en mi opinión corro más peligro por el hecho de estar sola. Gracias ello, hoy parece ser el día. La verdad es que la idea de poder estar con muchos enfermos mentales a mi alrededor me aterra, pero el de quedarme aquí sola a merced de mi vieja amiga lo hace más aún.


Dos horas después del desayuno habitual de medicamentos, unos auxiliares entran seguidos de Maxwell Sanders, el psicólogo del centro. Sin decirme nada me quitan la camisa de fuerza y me dan otro camisón del manicomio para que me cambie, supongo que el mío está demasiado sucio. Al principio, me cuesta mucho mover brazos y muñecas ya que en los dos años que llevo aquí me han quitado esa pesadilla menos de cinco veces. Miro a Maxwell esperando a que me suelte uno de sus típicos discursos.

-Bueno Margaret, estarás contenta –Me mira sonriendo mientras se recoloca las gafas- En estos dos años has hecho muy buenos progresos, con mucho esfuerzo y medicación, pero parece que nuestro objetivo de que te des cuenta de que Agatha Von Kreist es producto de tu imaginación debido al dolor por tu pérdida, está empezando a evolucionar –Después de una breve pausa se acerca a mí y me da la mano- Hoy vas a conocer a tus compañeros, los demás pacientes que están aquí por la misma razón que tú, una enfermedad mental.

-Estoy entusiasmada –Digo en tono sarcástico. Los auxiliares se ríen por lo bajo. Ellos saben perfectamente que no estoy loca, al menos no lo suficiente para estar aquí encerrada.

-Venga, anima esa cara –A continuación sale de la habitación de aislamiento y me espera en la puerta–Sígueme, te enseñaré tu nuevo entorno.

Sin poder creérmelo camino lentamente hasta la salida. Tras un momento de duda, pongo un pie en el pasillo y cierro los ojos un instante disfrutando de la "libertad" que voy a tener después de tantos días sin ella. Cuando abro los ojos veo que el señor Sanders ya ha empezado a caminar y está en el final del pasillo. Le sigo sintiéndome extraña por el hecho de caminar sin estar atada. Me siento rara, como si me faltase algo. El pasillo termina con una puerta que da a las escaleras que llevan a los dormitorios, por llamarlos de alguna manera, de los pacientes.

-Desde hoy mismo, dormirás aquí –Las "habitaciones" consisten en algo muy parecido a una celda de la cárcel, son individuales y las puertas tienen barrotes para poder vigilarnos mientras estamos en ellas. Me van a observar todos los días, sí. Pero al menos podré dormir en una cama cosa que echo bastante de menos.

Como no tengo que dejar ninguna pertenencia en mi nueva habitación, vamos directamente hasta la sala de "recreo" la cual está llena de locos con auxiliares yendo detrás de ellos. Unos gritan, otros ríen sin saber por qué, algunos parecen zombies y los demás o corren o parecen normales jugando al ajedrez o sentados en el sofá. Todo eso a ritmo de la radio. Esto va a ser más divertido de lo que me esperaba.

-Sabe, señor Sanders –Le miro directamente a los ojos –Creo que sigo estando demasiado loca como para estar aquí.

Maxwell se da la vuelta sin prestarme atención y me deja ahí, sola. Delante de un bonito panorama con enfermos mentales en él. Me siento con cuidado en un sillón que estaba vacío y bajo la mirada intentando pasar desapercibida por los demás pacientes, por si acaso alguno quisiera atacarme o algo por el estilo. Levanto la mirada y me doy cuenta de que un chico de unos 26 años, rubio de ojos verdes, se ha sentado en el sillón de enfrente y me mira con mucho interés.

-Hola chica morena, no te he visto nunca por esta parte del manicomio, ni por ninguna en realidad. ¿Eres nueva? –Al escucharle hablar no me parece un enfermo mental por lo que decido que no está demás hablar con alguien cuerdo, o que al menos parezca estarlo.

-No, llevo dos años aquí encerrada, pero no he salido de aislamiento hasta ahora –Respondo con pocos ánimos mirando al chico –Por cierto, me llamo Margaret.

-¿Aislamiento? Vaya, y eso que parecías estar cuerda morena –Me mira riendo –Era broma, soy Luke. ¿Por qué te encerraron aquí?

-Si te lo contara, me dirías que estoy loca.

-Bueno, creo que estando ingresado en un manicomio no soy el indicado para llamarte eso ¿No?

-Cierto –No pierdo nada por contárselo, ya estoy aquí encerrada, así que decido hacerlo–Verás, hace dos años mi familia y yo nos mudamos a...

De repente se escuchan gritos en la parte de la entrada. Todos los auxiliares y pacientes corren hacia allí. Miro a Luke y nos levantamos para ir a ver lo que ha pasado. Cuando llegamos al lugar donde está toda la gente apiñada no consigo ver lo que sucede hasta me abro paso y me pongo delante. Se me hiela el corazón. Me encuentro delante de un auxiliar muerto con la palabra "OUT" escrita con cortes en su pecho.

OUTDonde viven las historias. Descúbrelo ahora