☽ ¿HoneyMoon?

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Sanha se mordía el labio inferior impaciente mientras jugaba con el saco de el traje blanco de novio que aún no se había quitado. Ya habían pasado diez minutos desde que su ahora esposo le había dicho que esperara un poco antes de entrar a la habitación de hotel que había rentando para la noche de bodas.

Estaba nervioso y bastante ansioso. Él sabía lo que vendría después de la boda, él sabía a dónde irían y que harían, no era ingenuo. Solamente que... Le daba cierta pena, era su... Bueno, aunque fuera difícil de creer, era su primera vez. Sí. Había tomado aquello como una decisión propia y firme. Agradeció que MoonBin la haya respetado y jamás se atrevió a tocarlo con indecencia. Tenía el mejor novio de el mundo, y ahora, el mejor de los maridos.

- Pasa, mí amor... - escuchó desde la habitación. Sanha tragó saliva y se levantó lentamente de el sofá. Sus piernas temblaban y el corazón quería salirse de su pecho. Dió cada paso lentamente hasta quedar parado justo en la entrada.

Al ingresar a la habitación grande fue su sorpresa. Aquel lugar estaba iluminado solamente por velas que estaban haciendo un camino en el suelo, haciendo un contraste tenue perfecto. Decorado con pétalos de rosa por doquier, incluso encima de la cama había un corazón formando con los mismos. Dios... ¿¡Era para él!?

Caminó lentamente hacia el Interior, estudiado todo sin poder articular una palabra, con las mejillas ruborizadas y moviendo sus dedos entre sí en señal de nerviosismo.

El sonido de la puerta de la habitación cerrandose lo descolocó un poco. Cuando se dió la vuelta para mirar casi dejó de respirar.

MoonBin estaba parado cerca de la puerta. Tenía una bata de baño sin amarrar y sólo unos pantalones oscuros de pijama. Sonreía con sensualidad y chulería. Sanha tragó saliva, turbado por la imágen tan sensual que su esposo le estaba regalando, sintiendo como el calor recorría su sistema.

- ¿Te gusta? - preguntó acercándose a él lentamente. Sanha lo miró con los ojos agrandados, sin poder decir nada coherente. MoonBin estaba demasiado sexy para su salud.

- S-sí. Me encanta... - pudo articular por fin. MoonBin sonrió. Lo tenía cerca unos pocos centímetros de su rostro. Sus alientos chocaban, sus respiraciones, sus miradas. Todo tan íntimo.

MoonBin tomó su cintura por encima de el traje nupcial, atrayendolo a su cuerpo para atrapar sus labios. Sanha cerró los ojos y acomodó sus manos alrededor de su cuello para después rodear su nuca y atraerlo más profundo en sus bocas.

Poco a poco fueron incrementando el ritmo como nunca lo habían hecho y como el cuerpo de MoonBin lo reclamaba. Se devoraban con deliberada ansiedad, necesidad, tocándose en aquellas zonas que habían considerado prohibidas, acariciando zonas de su cuerpo que encajaban tan bien al tacto impropio.

El cuerpo de Sanha se estremeció cuando sintió los labios de MoonBin en su cuello. Ladeó la cabeza mientras lo sentía repartir múltiples besos, succionar y pasar la lengua por aquella zona que erizó su piel completamente.

- MoonBin... - gimió en un susurro con los ojos cerrados y la cabeza hacia aún lado, dándole espacio en su cuello a los besos que le estaba arrebatando la cordura.

Poco a poco, inconsciente, fue caminando hacia atrás hasta chocar con el pie de la cama, cayendo en ella. MoonBin no perdió ni un segundo, se depositó encima de él, entre sus piernas volviendo acunar su cuello. Una zona que se había convertido en su nuevo delirio.

- Te deseo tanto... - murmuró MoonBin, agitado - Joder... No sabes, me iba a volver loco si no lograba hacerte mío...

Cada palabra movía una especie de mecanismo en todo su cuerpo. Lo hacía sentirse débil, ligero, como el pétalo de una rosa a la deriva de el viento. Lo hacía desearlo cada vez más encima suyo, poseyendolo, reclamándolo.

 ¿Honey Moon? 𝙱𝚒𝚗𝚜𝚊𝚗Donde viven las historias. Descúbrelo ahora