☽ Decisión

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- Sanha, date prisa. Ya todos debieron haber llegado y nosotros aún aquí - le dijo Moonbin con impaciencia mientras miraba el reloj de su muñeca.

Ese día tenía una fiesta muy importante. Era el cumpleaños de su madre. Y aunque no le haga tanta emoción verla debido a una que otras razones, tampoco es que sería tan "Desgraciado" para no asistir después de que le dieron la invitación personalmente. Eso sí, no soportaría mierdas. Ya no era ese ingenuo chico de veintiuno que le arruinaron casi la vida por sus insultos y humillaciones. Ahora era un adulto con una mentalidad más firme. O eso cree.

Quería asistir temprano. La fiesta empezó a las siete y ya van contando los minutos sólo porque el "Señorito" Yoon Sanha de Moon, tardaba horas organizándose. Resopló impaciente y miró la hora con el ceño fruncido.

- Ya voy. Espérame unos segundos - gritó desde el cuarto sin salir. Moonbin se frotó el tabique de la nariz.

- Eso me dijiste hace unos minutos ya y serán las siete con veinte. Date prisa Sanha, si dan las siente y media no iré a ningún lado - sentenció sentandose en el sofá, exasperado.

- Uy, amargado. Ya voy. Sólo... ¡Rayos! - lo escuchó quejarse. Al parecer tenía problemas con algo. Moonbin se puso en alerta.

- ¿Estás bien?

- Sí, es sólo que... El pantalón no me sube bien y me raspe - respondió apenas, haciendo una especie de esfuerzo.

- Déjame ayudarte - se ofreció levantándose de el sofá para ir a la habitación.

- ¡No! - gritó Sanha - ¡No vengas! Yo... Yo puedo solo.

Moonbin se quedó estático unos momentos. Era increíble que incluso no podía verlo desnudo. Desde que se casaron no sólo no tuvieron relaciones, si no que Sanha prefería cambiarse en el baño o lo sacaba de el cuarto a la hora de colocarse la ropa. Eso le frustraba. Y no entendía el como carajos seguía soportando todo eso.

Gruñó molesto y volvió a sentarse en el sofá, pero ahora sintiéndose de mal
humor.

- Ya estoy listo - avisó Sanha saliendo de la habitación. Moonbin levantó la mirada con el ceño fruncido, pero no pudo mantenerla por mucho tiempo cuando sus ojos examinaron lo hermoso que estaba su esposo. Tenía un traje rojo y unos zapatos color blanco, su rostro estaba levemente retocado por maquillaje y flequillo tenía unas pequeñas hondas que le daban un toque jodidamente tierno a su rostro. Estaba despampanante. Casi lo dejó sin respirar.

- Bebé - se levantó hipnotizado. Sanha se ruborizo avergonzado y bajó la mirada encogiendo los hombros - Estas... Estás... Dios, estás precioso Sanha.

- Uhm... Gracias - sonrió tímido. Su corazón latía como loco por el comentario de Moonbin. Siempre le hacía sentir tan bien cuando lo halagaba.

Aunque tampoco Moonbin se quedaba atrás, claro que no. Sanha una vez más confirmó, que los trajes negros son diseñados para que su esposo los portara. Se veía tan atractivo. Resaltando su masculinidad de una manera delirante.

El rubor en la mejilla de Sanha le había confirmado a Moonbin que él también le gustó como iba vestido. Así que suspiró aliviado.

- ¿Nos vamos? - sugirió Moonbin. De pronto su garganta estaba seca. No podía dejar de apreciarlo.

- Sí... - sonrió con ternura.

Moonbin tomó la llave y su billetera, mientras que Sanha tomó un pequeño bolso que hacía juego con el traje. Salieron de el edificio caminando al compás, al lado de el otro. Uno que otro residente les echaba la vista. No solían verlos muy a menudo juntos de esa manera desde que se mudaron ahí. Pero aún así, no dejaban de murmurar que parecían una pareja de cine. Distinguidos y llamativos.

 ¿Honey Moon? 𝙱𝚒𝚗𝚜𝚊𝚗Donde viven las historias. Descúbrelo ahora