doce

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(narra Felipe)

Tenía que hacer algo. Es verdad, había invitado a mi exnovia a la casa para que la viera y tampoco sé por qué, pero nos llevábamos bien.

En el momento en que la vi fisgoneando los cajones iba a hacer algo pero vi a Sabrina dándome cuenta de que la cague toda. Sabía que Georgia era una mirona, sin haber pensando en que eso mismo podía suceder en mi vuelta a España.

También hice mal en no contarle a mi novia, la quería con todo mi corazón y había sido un estupido al no decirle algo tan importante como que mi ex estaba en el apartamento que compartía con ella y con mis amigos.

Salí a buscarla pero no la encontré por ninguno de los lugares que solía frecuentar.

Decidí preguntarle a Blas, su mejor amigo de nosotros, pero no me quiso decir.

- Tenes que responderme boludo estoy buscando a mi novia - le dije enojado mientras me miraba indiferente.

- Yo no te tengo que decir nada chavon, la cagaste vos y quiere estar sola un rato, no veo el problema - subió y bajó los hombros siguiendo con su celular y me fui a volver a buscarla agobiado.

(Narra Sabrina)

Necesitaba despejarme. Amaba pasar tiempo a solas y encontré la excusa perfecta para estarlo, aunque no la que a mí me hubiera gustado.

Cogí mis auriculares y mi sudadera antes de salir de la casa y me la pasé paseando por un parque cercano al de los tulipanes rosas por varias horas.

Tal vez Felipe estuviera preocupado por mi, pero la verdad es que en ese momento estaba pensando en mí y en lo que había pasado.

Llevé mi cuaderno para escribir, cosa que amaba hacer porque siempre fue mi terapia y mi manera de abrirme y expresarme como deseaba, y cuando me sentaba para descansar, lo hacía.

Recibí un mensaje de Blas de mientras estaba recogiendo todo para irme:

- En este momento no me cae muy bien Felipe, pero le estoy haciendo un favor. Te está buscando y no le dije dónde estabas. Él está en vuestra casa, por si queres bardearlo. Aún así no seas mala

Ladee la comisura de los labios sonriendo y me dirigí con pereza al apartamento que me decía.
. . .

Como yo no tenía llaves, llamé a la puerta con los nudillos y me atendió un chavon con los ojos rojos y la mirada cansada, aunque trataba de no aparentarlo.

- Hola - lo saludé mirándolo desde la puerta

- Hola - me saludó con normalidad - ¿pasas? - abrió algo más la puerta.

- Dale - le apreté el brazo cuando pasé por su lado y esperé a que se sentara en el sillón

Apoyo la mandíbula en su mano y me miró expectante.

- ¿Estás bien? - le pregunté observándolo todavía de pie.

- Si vos? - sabía que me estaba mintiendo otra vez, pero para no preocuparme.

- Pensando en si perdonarte - hablé con tono sarcástico y elevó mínimamente la comisura derecha de su boca - estuviste llorando? - le pregunté directa.

- Que va - noté que se secaba rápido la parte baja de sus ojos y me agaché a su lado para que me mirara, con mis manos apoyadas en sus rodillas.

- Contame - me acomodé delante de él paciente.

- No quiero aburrirte, si queres estar sola podes irte y te esperaré - me miró a los ojos con sinceridad.

- Quiero pero también arreglarlo con vos - le cogí las manos. Senti que la cabeza también me pesaba pero lo ignoré, aunque él se diera cuenta.

- Sentate y no estés tanto tiempo de pie - hizo un hueco en el sillón de la sala y me apoye aliviada. Me incorporé y lo miré de vuelta - la cague Sabrina y me siento muy mal - estaba conteniéndose el volver a llorar y se giró.

- Eu mírame - lo obligue agarrando su cabeza suavemente y ver su cara de bebé triste y llorosa me entristeció - te creo, pero también entiéndeme a mí - le seque las lágrimas con el dorso de los dedos pulgares.

- Te entiendo perfectamente por eso te pido que me disculpes - lo observé y le di un pico cálido. Era precioso.

- Vamos a hacer galletas tarado - le ofrecí la mano para que se levantara y nos dirigimos a la cocina. Hicimos galletas, vimos películas y avisé a los chicos de que me quedaría con feli en la casa. Estaban felices.

Aún así, la incertidumbre me seguía pesando en el pecho, afrontaría todo para que la relación fuera bien.

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𝐞𝐧𝐜𝐡𝐚𝐧𝐭𝐞𝐝: felipe otaño  ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora