Capitulo IX: Pequeño Halcon

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                                                                             La Proeza del Zafiro. 

                                                                    

La princesa Helaena meditó para sus adentros, había escuchado ese nombre tantas veces, este había sido pronunciado por su padre y también por su hermana mayor, cuando ellos hablaban de la reina Aemma Arryn, los ojos del Rey y su primogénita se iluminaban, sus labios trazaban una cálida sonrisa.

Era amor, otro amor.

La princesa Helaena acarició con la llama de sus finos dedos, las meticulosas lineas y tambien los sombreados negros, que conseguian darle forma y vida a aquellos hermosos dibujos. Eran sublimes, pues transmitían emociones.

La puerta se abrió repentinamente, y la pequeña princesa soltó el libro, este cayó cerrado al suelo, era su madre la que irrumpió abruptamente dentro de sus aposentos.

—Madre—dijo sobresaltada la niña.

—Mi dulce chiquilla—le habló dulcemente la reina verde, la mujer de esbelta figura, estrechó a su única hija en sus brazos, mientras lágrimas le caían de sus ojos café claro con veta verdosa. La princesa no entendía porque su madre lloraba. Le devolvió el abrazo lo mejor que pudo. Ella no era muy buena para las demostraciones afectivas, se le daba bien escuchar a las personas, las analizaba y luego les decía las palabras que ella creía que eran las adecuadas.

—Madre... ¿Por qué lloras? He hecho algo malo—preguntó la niña de cabellos de oro y de plata.

—Tu nunca podrías hacer algo malo. Eres buena y decente. Perfecta, desde tu primer aliento, has sido tan dulce y pura, no te pareces en nada a mi, eres un hermoso ángel rodeada de demonios—le dijo la reina verde.

—Madre no entiendo lo que me quieres decir.

—Perdoname Helaena, por favor, dime que me perdonas—la culpa parecía carcomer por dentro a la reina Hightower, sus lágrimas de sal delataban su suplicio personal.

Helaena se preguntó, qué fue lo que hizo su madre esta vez, y a qué grado eso podría afectarla a ella.

—Madre, yo te perdono por todo lo que hayas podido hacer y también por lo que harás—No era cierto, pero si esa mentira servía para tranquilizar los nervios ostensibles de su madre, entonces repetiría esa mentira una y mil veces, lo haría no importaba el precio que ella misma tuviese que pagar por ello.

La reina Hightower miró a su dulce chiquilla con profundo agradecimiento y amor, besó su frente, acarició los cabellos de plata y oro de su única hija.

—Gracias mi pequeña niña —dijo la reina y luego dejó sola a la princesa.

Una vez la puerta estuvo cerrada, la princesa corrió en dirección al libro, lo sostuvo por un momento, se debatió a sí misma qué hacer con él, si leerlo o arrojarlo al fuego.

La reina Aemma Arryn era un fantasma del pasado, nada tenía que ver con ella ni con sus hermanos, aquella mujer siempre representó un recuerdo borroso, un rostro translúcido, un sueño distante, un misterio. La niña se sentía indigna y ajena, cuando se trataba de la madre de su hermana mayor. Pero aquel diario había llegado a ella, a sus propias manos, sería el destino, no lo sabía.

》¿Daeron lo ha leído? ¿El quiere que lo lea también? 《

Preguntas y más preguntas invadieron su mente y sabía que jamás tendría una sola respuesta, sí no se atrevía a descubrir lo que se hallaba en esas páginas. Se armó de valor y comenzó su lectura...

LA PROEZA DEL ZAFIRODonde viven las historias. Descúbrelo ahora