Capitulo IV: Resentimiento.

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                                                                                 La Proeza del Zafiro.


Sir Criston Cole se había vuelto la sombra de la princesa Helaena, por órdenes directas de su majestad.

El hombre moreno perseguía a la niña, por los pasillos de la fortaleza roja; y por las noches custodiaba celosamente la puerta de los aposentos de la princesa Targaryen.

« Custodio su virtud como un verdadero Dragón a su tesoro... »

Había sentenciado para sus adentros, en más de una ocasión.

En el pasado, Sir Criston fue el guardia juramentado de la princesa Rhaenyra Targaryen, por pedido de la chiquilla.

« La pequeña puta mimada de su padre, siempre obtuvo lo que quiso... »

Las manos del guardia real, se cerraron por impulso. Era tan violento el rechazo que el hombre sentía por la heredera del rey Viserys Targaryen. Un desprecio descomunal que se emana desde su interior y no conoce de límites. Era el poder del odio...

Y Sir Criston Cole estaba orgulloso de poder sentir y vivir ese sentimiento, profundo y duradero, en libertad, ya que para nadie era un secreto, la indiferencia y el desaire que guardia real y princesa se profesaban, y no había una sola alma en la fortaleza roja, que no lo supiera o que simplemente lo ignorará...

El moreno había conocido a la princesa Rhaenyra cuando ella era una niña de siete días de su nombre y él un joven hombre de veintitrés días de su nombre, en ese entonces se celebraba en king's landing , el Torneo de Poza de la Doncella, por la coronación del Rey Viserys I Targaryen.

Ser Criston Cole ganó el combate cuerpo a cuerpo, derrotando al príncipe Daemon Targaryen. Y coronó a Rhaenyra como Reina del Amor y la Belleza, y después de lo cual pidió su favor para lucirlo en la justa.

La princesa Targaryen le entregó un pañuelo rosado, bordado con hilos de oro, con la figura imponente del escudo de su familia.

Un dragón dorado con tres cabezas que escupen fuego en un campo abierto. Con las iniciales del nombre de la niña...

― R T ―

« Una firma o un juramento... »

« Una decoración majestuosa. Digna de la heredera al trono... »

Fueron los pensamientos que recorrieron la psique del joven caballero en aquel momento.

Criston Cole recuerda vívidamente, como la chiquilla le suplicó a su padre, el Rey Viserys Targaryen, en que lo acogiera como a su escudo juramentado, y como el Rey Viserys lo hizo.

Desde aquel día, la vida de Criston Cole cambió por completo.

A donde la princesa iba, él iba... siempre detrás de ella.

La protegió día y noche, él no solo fue un guardia más, ella confiaba ciegamente en él, y él se sintió digno y agradecido, por la amistad que se había consagrado con los años.

O eso creyó él, pues conforme fueron pasando los dulces días de verano, la princesa dejó de ser una niña, y se convirtió en una joven hermosa, curiosa y hasta se la podría calificar, como una niña precoz. Por sus ocurrencias y confesiones a temprana edad.

―Cuando yo llegue a la adultez, desposaré a Daemon. El será mi Rey Consorte...

La niña de cabellos de oro y plata, le había confesado en repetidas ocasiones, a su escudo juramentado.

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