Usualmente estamos acostumbrados a leer
o ver películas de amor donde todo es perfecto. Ambos protagonistas se enamoran profundamente y tienen su final feliz. Pero lamentablemente no es el caso de esta historia.
En cada episodio Candela relata com...
Un mes había pasado de ese día en el que me dejó y no pude hacer nada al respecto. No salgo de mi pieza desde entonces. Y tampoco tenía razones para hacerlo.
No tenía amigas, no salía, había renunciado a mi trabajo, y Agus ya no estaba más conmigo.
No me acuerdo cuando había sido la última vez que comí, solo tomaba agua. Las veces que fueron amigos de mis papás a comer y tenía que estar con ellos no comía.
Ya me había acostumbrado a no comer, si lo hacía me caía mal y terminaba vomitando todo.
La última semana estuve pensando en todo lo que tuve que pasar durante mi vida. Y había tomado una decisión.
Subí a mi pieza para cambiarme, bajé y sali en dirección a la casa de Agus. No sin antes agarrar una carta que había escrito unos días antes.
Empezé a caminar a paso lento mientras prendía un cigarrillo.
Al llegar respire profundo y toque la puerta de la casa. Para mí suerte me había abierto Virginia.
—¡Cande! —al verme me abrazo. Hace tanto no me abrazaban así que casi se me escapa una lágrima— ¿Cómo estás? Hace tanto que no te veo mi vida, vení pasa que hace frío.
Se corrió hacia un lado y me dejó pasar. En la mesa estaba sentada Carmen con el equipo de mate. Ellas dos amaban tomar mate, hasta en verano vivían con él mate encima.
—Hola corazón, ¿Cómo estás? Tanto tiempo —sonreí mientras le sonreía y saludaba.
—¿Estás bien? Te noto más flaca, y tenés muchas ojeras —me dijo Virginia con un tono de preocupación.
—Vine porque quería hablar con ustedes —apenas empezé a hablar un nudo apreció en mi garganta— quería agradecerles a las dos por todo el amor que me dieron desde el primer día que las conocí. Me hicieron sentir parte de su familia y es algo que les voy a agradecer toda la vida. Ustedes son las mejores personas que eh conocido y estoy muy feliz por eso —mi cara para ese momento ya estaba empapada en lágrimas— hace muchos días vengo pensando esto y por más que me duela imaginar que sufran por mi culpa, lo tengo que hacer.
—¿Hacer qué? Cande me estás asustando —Virginia agarró mis manos preocupada.
—Las quiero muchísimo, y sé que ustedes también, pero tengo que hacerlo. Espero que algún día me perdonen por hacer que pasen un mal momento.
—¿Candela?
Después de un mes volví a escuchar su voz. Respiré profundo y me di vuelta para mirarlo. Al hacerlo él me miró con preocupación.
—¿Que haces acá? ¿Estás bien?
Me levanté de la silla limpiando mis lágrimas en vano, ya que caían constantemente.
Me acerqué lentamente a él hasta quedar a pocos pasos suyo.
—¿Te puedo dar un abrazo? —pregunté con mi mirada pegada en el piso sin esperanza de que aceptará. Pero a los pocos segundos sentí como me rodeaba con sus brazos.
Y por primera vez después de mucho tiempo sentí el calor de su cuerpo, ese calor que tanto necesite siempre, pero que cuando más lo necesitaba no lo sentía.
Eso causo que vuelva a partir en llanto, pero está vez en sus brazos.
Si tan solo hubiera hecho eso antes, tal vez todo sería muy diferente.
Pero no lo puedo culpar por esto. Él no es el causante de la decisión que tomé, si no todos los traumas que tenía desde chiquita.
—Perdón te moje el buzo —le dije cuando me separé del abrazo que había durado unos minutos.
—No pasa nada —hizo una pausa y volvió a hablar— ¿Qué te paso? ¿Porque estás así?
—Agus —dije con dificultad— te hize una carta porque no soy capaz de decírtelo en la cara —le dije mientras miraba dicha carta— y también porque sé que si te lo digo ahora vas a impedir que lo haga.
Agarró la carta y junté fuerzas para poder mirarlo directamente a los ojos por última vez.
—Te amo.
Dicho eso salí lo más rápido que pude de la casa y empezé a caminar nuevamente hacia la mía mientras lloraba. Tenía una mezcla de tristeza y angustia.
Mis papás no estaban, como de costumbre. Me puse mi ropa favorita y tome una pastilla que bajé con agua.
Me acerqué a la mesada donde había dejado un papel chiquito junto con una lapicera.
Tomé otra pastilla y agarré la lapicera para escribir sobre el papel. Al terminar de escribir dejé el papel ahí.
Seguí tomando las pastillas que tenía en la mesa. Por cada pastilla hacia un corte en mi brazo.
Por más profundo que sean los cortes no me dolía. Es más me sentía aliviada de hacerlo.
En ese momento se me venían muchos recuerdos a la mente.
La gran mayoría de ellos eran tristes, relacionados con mis padres, amistades que tuve en el pasado, el bullying que sufrí durante toda la primaria y secundaria.
¿Cómo pude aguantar tanto tiempo así?
Los cortes y las pastillas empezaron a hacer efectos en mi causando que mi vista de a poco se nuble y empiece a tambalearse mi cuerpo.
Llegué a hacer cinco cortes en mis brazos, ya no tenía fuerzas para hacer más, por lo que agarré todas las pastillas que tenía y de a una me las trague. Una atrás de otra.
Dejé la botella de agua sobre la mesa y cuando me quise dar cuenta empezé a marearme demasiado. Hasta que finalmente caí al piso. Mis ojos cada vez se sentían más pesados, y ahí fue cuando sentí que después de tanto sufrimiento iba a poder estar en paz.
Pude escuchar la puerta principal sonando varias veces. Supuse que eran mis padres.
Lo último que logré escuchar fue un golpe fuerte seguidos de la voz de una mujer, y la voz de Agus. Esa voz que podría reconocer en cualquier lugar.
Después de eso ya no recordé nada más.
Respiré profundo por última vez, y finalmente deje de sentir, de escuchar y de respirar. Y se sintió realmente un alivio.
🌬️
Nota de Candela para los padres: Perdón por hacerlos esperar veinte años para esto.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
|Podría jurarte que no te falle. Pero ¿Para que? Si ya todo acabó.|