Chandler Bing y Blair Geller se conocen mejor que cualquiera, lastima que no sepan ver el brillo en los ojos del otro.
A ambos les asustan ciertas cosas del amor pero, ¿qué tal si se arriesgan y dejan de ser solo amigos?
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- De acuerdo. - comienza la rubia - Si yo fuera omnipotente por un día quisiera la paz del mundo, no más hambre, cosas buenas como la lluvia en el bosque - sigue enumerando observando a los demás - y ser más voluptuosa.
- Bueno, no pidas imposibles. - señala el pelinegro - ¿Y qué hay de tí Chandler?.
- Bueno, si yo fuera omnipotente por un día me haría omnipotente por siempre - eleva sus hombros de manera obvia el castaño.
- Ves, siempre hay un "si yo tuviera tres deseos pediría tres deseos más" - se burla la rubia volviendo detrás de la barra para continuar con su trabajo.
El chico esconde una sonrisa tras escuchar eso, pues su verdadero deseo no sería ese, pero no puede admitirlo en voz alta frente a los demás. Está claro que todos sus pensamientos últimamente giran entorno a cierta chica castaña, de una estatura menor a la de él, con unos ojos cafés que hipnotizarian a cualquiera y un gusto por el arte y la lectura que admira mucho, él nunca ha encontrado una pasión así como ella por esas dos cosas. Pero no nos vayamos del tema; Chandler pediría algo entorno a Blair.
Tal vez todo un día juntos, una cita, un abrazo eterno o simplemente poder animarse a decirle lo que siente sin temor a su respuesta.
Ignorando la charla de los demás es cuando se pregunta cuál sería el deseo de Blair. ¿Será algo como el de él?, ¿también querrá decirle algo pero no se anima?.
Muchos pueden pensar que Chandler Bing es un chico bromista y sarcástico al que no le importan las cosas, pero están equivocados, suele pensar demasiado las cosas y más si es sobre lo que siente por Blair.
Vive con el constante miedo de arruinar todo; incluso aquello que aún no fueron.
- Hola a todos - entra a la cafetería el pelinegro.
- Oye Joey, ¿qué harías si fueras omnipotente? - pregunta la única chica Geller en el lugar.
- Tal vez me mataría - responde preocupado al entender mal la pregunta.
- No comprendo.
- Oye, si no existiera el pequeño Joey - toma asiento en el sofá - no tendría razón para vivir - habla obvio.
- Joey, no dijo impotente - explica Ross.
- ¿Tú lo eres?. Ross lo lamento - lo sigue sintiéndose mal al ver cómo el pelinegro se levanta de su lugar para irse.
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La castaña corría por su habitación en busca de sus zapatos, pues su prima la llamo comentándole que se encontraba en la cafetería junto a Ross y Phoebe; además de Rachel la cuál aún se encontraba en su horario de trabajo.
Al no tener que ir a trabajar ese día se concentro en pintar distintos cuadros, cada uno con detalles que según ella eran copias de otros artistas, pero para algunas personas que le prestaban atención eran trazos, pinceladas, líneas, puntos que cobraban un sentido distinto a la hora de apreciarlos y que la joven te cuente su significado.
