Chandler Bing y Blair Geller se conocen mejor que cualquiera, lastima que no sepan ver el brillo en los ojos del otro.
A ambos les asustan ciertas cosas del amor pero, ¿qué tal si se arriesgan y dejan de ser solo amigos?
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- Chandler apúrate, - mueve su brazo la castaña - tengo hambre.
- Si dejaras de moverme lo haría más rápido - eleva sus cejas en señal de lo obvio.
- Bien - suelta un suspiro.
Digamos que no es el mejor día para Blair, desde la llegada de su periodo que no ha dejado de tener hambre todo el tiempo. Sin contar los constantes dolores que la obligan a no moverse de la cama.
Pero ahí estaba Chandler, sacándola de su hogar para que lo acompañe a realizar diferentes tramites que ni siquiera entendió por pensar en cuánto le encantaría tener una barra de chocolate con ella.
- Ya vuelvo. - le murmura antes de salir del lugar al escuchar el sonido de su teléfono - Hola - habla una vez fuera.
- Blair, estoy cerca de tu apartamento - escucha la voz del pecoso del otro lado de la línea.
- Oh, no estoy ahí, Chandler me pidió acompañarlo a hacer unas cosas. - muerde levemente su labio algo apenada - Estoy solo a unas calles, si quieres esperame en la cafetería, ¿si?.
- Está bien, te espera... - un repentino apagón hizo que ambos jóvenes detuvieran su conversación por unos segundos - Blair, ¿estás bien?.
- Si, supongo que algo sucedió. - frunce su ceño mirando a su alrededor notando como las personas comienzan a quejarse - Mierda, Chandler. - susurra al notar que la puerta es eléctrica y su amigo quedó del otro lado - Matt, no cuelgues, espérame un minuto.
- De acuerdo.
Se acerca a la puerta viendo al castaño intentar abrirla sin poder lograrlo.
- ¡Blair! - grita para que lo pueda escuchar - ¡No puedo salir!.
- ¡Lo sé! - lo observa preocupada al saber que no puede hacer nada para ayudarlo.
- ¡Intenta llamar a alguno de los chicos para que venga por tí!.
- ¡Puedo regresar sola, no es lejos!.
- ¡No, está todo oscuro! - frunce su ceño - ¡No puedes volver sola!.
La castaña deja de mirarlo para observar el resto de la calle notando que tiene razón, por lo que lleva nuevamente su teléfono a su oreja.
- Matt.
- Dime cariño - la jóven no puede evitar ponerse nerviosa al escuchar como la llamo, sin contar que es la primera vez que le dice ese apodo.
- ¿Podrías venir por mi?. - pregunta con algo de vergüenza - Chandler no quiere que vuelva sola.
- Claro, dime dónde estás.
Así continuaron su charla con las intervenciones de Chandler a través de la puerta ya que la castaña no es muy buena con las calles.
Está de más decir que el ojiazul no estaba del todo de acuerdo con que la castaña se vaya con el pecoso, pero tampoco podía hacer mucho al estar encerrado con una puerta que los separa. Por lo que cuando vio al rubio acercarse a la chica simplemente le agradeció y le pidió que la cuide.
Cuando los vió alejarse soltó un suspiro volteando en su lugar y así percatarse que había una rubia en las mismas condiciones que él.
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