— Oh, vamos, Federico, ¿podés dejarlo? Lo estás asustando.Escuché la voz de Dylan y lo divisé a un lado de todo el escándalo, estaba rodeado por unos cuantos adolescentes mirones, mientras Federico y todos sus amigos continuaban riéndose, seguro de mí rostro asustado. Luciano era alto, muy alto, y cuando tomó mí brazo, no pude evitar gemir de dolor, no porque doliera en sí, sino porque no quería que me tocara, me sentía de nuevo el estúpido Omega que se dejaba llevar por todo.
— Vamos, Claudio, no te resistas, no creo que quieras que use la voz y todos veamos como te meas en tus pantalones, ¿no? Luciano entrará en celo muy, muy pronto, podés servirle bien, además, según las revistas, sabes servirle muy bien hasta a los millonarios, ¿no? — Mí mirada viajó por la gran cantidad de personas que nos rodeaban, incluso, ahora sabía porque Dylan no se acercaba, dos amigos de Redondo lo tenían bien sujeto de los brazos, impidiéndole avanzar ¿Quién más abogaría por mí? Incluso los profesores se alejaban de escenas como esta, nadie se mete con un Alfa cazando a un Omega, yo era el Omega, Luciano el Alfa y su mirada era el método perfecto para hacerme doblegar.
— Federico, ¡Basta! — La voz de Gorosito ya parecía algo distante, la mirada de Luciano me estaba consumiendo, sentía mí cabeza doler, era yo luchando contra mí Omega, tratando de la forma que sea para no doblegarme ante aquella mirada e, incluso, cuando el brazo del rubio rodeó mí cuerpo, lo sentí quemar, no de la buena forma, aquel contacto me repugnaba tanto, pero ya era tarde, mis pies se estaban moviendo para cuando quise decir o hacer algo. Él ganó, el Alfa siempre obtiene lo que quiere, porque eso es lo que soy, una cosa que sirve para aliviarlos, ni siquiera una cosa que deseen mantener a su lado.
Caminamos a paso tranquilo hasta donde los Alfas tenían sus autos, suspiré, mis pies se movían por inercia propia, mientras mí mente solo se llenaba de la imagen del único Alfa con el que quizás aceptaría subirme a su auto, y de hecho, me había subido a su auto sin chistar aquella noche ¿Cómo estaría Agustín? Bueno, era rico, ¿no? Seguro se alimentaba bien, comía bien, dormía bien y tenía una vida de sueños.
Sí lo pensaba con la cabeza un poco más fría, cuando me estaba acercando a vivir una de las cosas más desagradables de ser la parte más baja del régimen genético, debí de haberme imaginado que algo así pasaría, quizás habría evitado esto si hubiera traído puesta la ropa donde aún tenía impregnado algo del fuerte aroma de Agustín, no solo para protegerme, sino también porque lo extrañaba, y sinceramente sonaba enfermizo no haber lavado ese conjunto de ropa solo para mantener su aroma, pero era lo único que me quedaba de él.
Cuando ya estábamos a nada de subirnos a uno de los coches, escuché un auto viniendo a toda velocidad y luego un hermoso Ferrari negro, ya conocido para mis ojos, se estacionó rozando el parachoques del coche donde se supone que iba a entrar. Mí corazón se detuvo y después lo sentí palpitar con fuerza, incluso mí Omega estaba aullando de felicidad, sí es que eso era posible. Agustín, era mí Agus.
Bueno, solo Agustín.
Él bajó del auto cerrando la puerta con un fuerte golpe y se paró justo frente a nosotros, sentí su enojo, el fuerte aroma que desprendía estaba seguro que nos asustó a muchos, Agustín estaba más que enojado, parecía colérico y la mueca en su rostro solo me confirmaba mí teoría.
Jadee cuando estiró su mano hacía mí y, sin pensarlo dos veces, la tomé; me liberé del agarre de Luciano para coger la mano de Agustín, mientras éste rodeaba mí cuerpo. Mí cabeza se apoyó en su pecho e, incluso, me atreví a frotarme contra la tela, mientras su agarre en mí cintura se hacía más fuerte; sin embargo, Ruberto no bajaba la mirada para verme, continuaba observando a Luciano sin siquiera pestañear.
— Es mío — Gruñó Agustín y sentí el golpe sordo de cosas cayendo, observé por el rabillo del ojo a una o dos Omegas, que se encontraban entre tanto Alfas, arrodilladas ante el gruñido salvaje que soltó el chico que ahora me mantenía contra él como sí si vida dependiera de eso. Luciano relamió sus labios, parecía pensar muy bien que decir en ese momento.
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The Perfect Omega - Echeverri & Ruberto [Adaptación]
Random❝Cuando eres la perfecta definición del Omega imperfecto, pierdes todo pensamiento positivo de algún día encontrar al amor de tu vida. Claudio Echeverri tiene veinte años, un hijo de tres y un lazo roto debido a su ingenuidad ¿Qué Alfa querría encar...