— ¡Papá!
Solté un largo quejido al oír a Tomás hablarme, su voz se escuchaba tan distante; mientras abría mis ojos lentamente para regularlos a la cantidad de luz de la habitación, observando el cuerpo de mí hijo entre mis brazos, con esos preciosos ojos miel observándome enojados, aunque cuando me vio despertar, su carita se iluminó por completo, acercándose para dejar un suave beso en mí mejilla.
De acuerdo, quizás no era normal que mí hijo sea quien me despierte, pero un sábado en la mañana, preferiría dormir hasta no poder más o hasta que mí pequeño me avise que tiene hambre.
Tomi es un niño muy inteligente, a veces he despertado y lo encuentro simplemente admirándome dormir, sin hacer ruido, sin moverse, él solo me mira tan cariñosamente que siento mi corazón encogerse.
Él me salvó la vida desde la primera vez que abrió los ojos. Cómo persona, no me interesó mucho perder al idiota, padre de Tomás, yo no estaba enamorado, puedo decir que fue una fantasía adolescente al fin y al cabo, pero la supuesta "relación" que teníamos, también era algo extremadamente tóxica que al final aprendí a tolerar, nunca a apreciar. Por mí mente pasaba la idea de convertirme en esos tipos de Omega que solo sirven para tener hijos y estar en casa, incluso lo había aceptado, hasta que me enteré lo de la apuesta y el chico rompió su lazo conmigo, mordiendo a otro Omega, claro, una linda, tierna y totalmente virgen.
Sí bien mí lado consciente no sufrió mucho, mí Omega se dedicaba a darme los peores momentos de mí vida, me retorcía en mí cama por los fuertes dolores de cabeza y la depresión, los doctores dijeron que cuando un Alfa abandona a su compañero, este puede hasta morir debido a su abandono total a cualquier razón para mantenerse con vida, en los noticieros eso es algo que pasaba todo el tiempo, yo era como un grano de arena más, así que todo dependía de mí suerte y de que tanto mí lado Omega se haya compenetrado con su ex-Alfa.
Pero eso cambió el día que Tomás nació. Recuerdo haberme enamorado de esa tierna mirada acaramelada apenas sus ojos se abrieron. No creí que sea posible, pero puedo decir que mí Omega desarrolló un lado maternal aquel día, y desde entonces, no le hizo falta tener a su Alfa a su lado para ser feliz, siendo que su lado protector nos llevó a seguir viviendo. Yo no podía abandonar a mí niño, mis padres me dieron la espalda cuando se enteraron que fui tan fácil de dejarme morder por un idiota, eso me llevó a ser la deshonra de la familia, sí me hubiera dejado morir, mí hijo estaría completamente solo para este momento.
Salí adelante, conseguí un trabajo como fotógrafo de una de las revistas más conocidas del país, anteriormente había llevado a cabo un curso gratuito de fotografía, y sí hay una sola cosa que puedo agradecerle a mis padres es la cámara profesional que me compraron . Lo demás es historia, puedo pagar la universidad debido a una media beca que gané, porque esta tuvo convenio con mí escuela secundaria, después solo era esa cosa de sacar las mejores notas y mantenerlas. Mí sueldo se iba básicamente en mí hijo, la casa y comida, no es que fuera pobre, pero tampoco era una persona que malgastaba su dinero, sí tenía algo ahorrado, amaba comprarle cosas a mí pequeño con tal de hacerlo feliz.
— ¿Querés leche chocolatada o jugo de manzana? Hoy tenemos ambos, así que sos libre de elegir, jovencito. — Rocé mí nariz con la suya y mis dedos pasaron a su pequeña pancita, dejando que se deslicen por su piel, sacándole unas cuantas carcajadas, amaba esa risa, podía sentir como me conectaba con mí Omega y ambos estábamos de acuerdo en que era el sonido más hermoso que podía existir.
— Jugo. — Dijo después de que su respiración se tranquilizó. Sería un buen día, lo íbamos a pasar en casa, seguro le volvería a poner la película del Rey León, vaya que Tomi es un gran fan de todo lo relacionado con Disney.
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The Perfect Omega - Echeverri & Ruberto [Adaptación]
De Todo❝Cuando eres la perfecta definición del Omega imperfecto, pierdes todo pensamiento positivo de algún día encontrar al amor de tu vida. Claudio Echeverri tiene veinte años, un hijo de tres y un lazo roto debido a su ingenuidad ¿Qué Alfa querría encar...