2. Embaucado

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La joven dudó, no sabía por qué su loba consideraba a ese hombre una posible solución a su dilema.

Yla urgió a Siva para qué reaccionará. —¡Espera! —Siva había sacado la mano del agua y con ello dejó ver su esternón y la redondez de sus pechos.

El hombre detuvo su andar, al ver la imagen se obligó a regresar la mirada a otra dirección —¿deseas ayuda para salir del agua? —probo tirando lo primero que se le pasó por la cabeza.

—No es eso...

El hombre rascó su nuca —¡no hago favores sexuales! —hubo silencio.

Siva para recomponer el rumbo de esa charla —¡oh no! Es que... me gustaría saber cómo es que llegaste hasta aquí. —No era del todo falso, quería ganar tiempo para recolectar sus pensamientos y darle forma a lo que le diría.

El hombre jaló la tela de su camisa y la olisqueo, comenzó a sacársela —disculpa, te ofrecería alguna otra prenda, pero esta es la más limpia —dicho eso, dio algunos pasos y la dejo a la orilla para que la chica la usara.

Mientras que él se alejó, a una distancia se encontraba su mochila, de esas que tienen varios compartimientos y todo tipo de artilugios campistas para cargar cosas, y esta traía bastante carga.

Siva salió y se colocó la prenda que el hombre le había cedido para no estar tan expuesta, una cosa era la desnudes con miembros conocidos de su manada, pero con extraños..., además ella desde siempre prefirió no mostrar su cuerpo a otros.

No sabía si la tela estaba caliente por la exposición al sol o la temperatura del cuerpo que la tenía, igual fue reconfortante, dado la corriente de aire que había al emerger del agua. Yla por su parte experimento confort.

No por el calor, el aroma masculino le había sentado de maravilla, algo que no esperaba experimentar tan rápidamente luego de lo que sucedió.

—Listo, ya estoy más presentable —anuncio la chica, a la vez que colectaba su cabello y le quitaba el exceso de agua.

Un ligero vistazo, había mirado varios cuerpos, ella lucia joven, no negaría que era una imagen exquisita, pero él no estaba en posición de hacer o pretender nada.

Así que regreso a la tarea de buscarse una camiseta dentro de su mochila, revolvió, sabía bien que ya no le quedaba ninguna, así que eligió la menos ofensiva al olfato.

—Me dirás el secreto de cómo llegaste hasta aquí.

—No tiene gran ciencia, supongo que no soy una amenaza y por ello pase inadvertido, mi olfato me trajo hasta el agua, otra de mis intenciones era lavar mis prendas.

—¡Hmm! Si lo deseas, puedes hacer uso de una lavadora, tener comida casera y una cama.

—¿Estás segura? Soy un extraño, podría ser peligroso.

—Ya no tengo certezas de nada, mi mundo se desmorona a cada paso que doy. Y si fueras peligroso ya estaría felizmente muerta.

El hombre abrió grande los ojos, como una chica tan joven podía hablar de forma tan tétrica, sonaba a que la tragedia la asolaba, o quizá solo era una de esas chiquillas que dramatizaban, no lo sabía.

Estaba tentado a aceptar el fantástico ofrecimiento, pero las experiencias previas le habían enseñado que todo tiene un precio o tal vez solo lo condujera a una trampa.

—Eres muy amable, debo declinar tu ofrecimiento, me bastaría con que me permitas terminar con mi inicial intención y para mañana estaré fuera de tu territorio.

Contraté un mateDonde viven las historias. Descúbrelo ahora