Capítulo Uno: El Chico del Tren.

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★Reiky de Valk es James Potter★

•~No es mi culpa que parezcas una chica

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•~No es mi culpa que parezcas una chica. Lo siento Sirius, no quería que interpretaras las cosas de una manera errónea, sabes que te quiero pero…~•

 Lo siento Sirius, no quería que interpretaras las cosas de una manera errónea, sabes que te quiero pero…~•

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Narrador Omnisciente.

01 de septiembre de 1971.

Número 12 de Grimmauld Place.

Estaba terminando de darle algunos retoques a su aspecto, su cabello caía con clase sobre sus hombros, a pesar de que lo tenía largo seguía dándole al chico aquella aura de ser parte de la realeza tan característica en su familia. Sonrió mientras veía sus ojos azules en el espejo y su rostro decorado de algunas pecas que estaban esparcidas por toda su cara. Sus expresiones lo delataban a pesar de que estaba haciendo todo lo posible por verse calmado, estaba realmente ansioso y podía sentir la emoción recorrer sus venas, tenía razones más que evidentes ya que ese mismo día debían ir a King Cross para tomar el tren hacia Hogwarts, sus manos sudaban y se había tardado más de lo normal para poder alistarse.

Su cabello negro brillaba gracias a la luz a su alrededor, podía escuchar desde su habitación el ruido que causaban sus padres y hermano al caminar de un lado a otro en el piso de abajo. Finalmente soltando un suspiro empujó su baúl por toda su habitación hasta que se quedó frente a la puerta para luego abrirla. Al hacerlo casi de inmediato se encontró con el elfo de ojos grises que lo veía directamente con la curiosidad emanando de sus grandes ojos saltones.

—Amo Sirius —el elfo hizo una reverencia moviendo sus orejas—. Kreacher puede ayudarlo a llevar su equipaje —Sirius le dedicó una mirada rápida al elfo antes de asentir y comenzar a caminar fuera de la habitación.

Sentía sus emociones burbujeando en su interior a la vez que su magia amenazaba con salir de su cuerpo, sabía que eran sus emociones acumuladas las responsables de aquel cosquilleo en la boca de su estómago.

—¡Ya viene Sirius, mamá! —exclamó su hermano al mismo tiempo que daba saltitos en su lugar mientras que lo señalaba con su pequeño dedo.

—Bien, ahora solo nos toca esperar a que tú padre se digne a bajar —gruñó su madre mientras ponía sus ojos en blanco, Sirius no pudo evitar sonreír levemente al verla tomar aquella actitud, siempre había considerado a Walburga Black una mujer madura pero en ocasiones cuando tenía aquel tipo de actitudes a Sirius le servía como un recordatorio de que su madre solo era un ser humano más con problemas.

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