Rhaenyra Targaryen & Aegon II Targaryen

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Serie: House of the dragon
Relación: Platónico! Rhaenyra Targaryen & Aegon II Targaryen.
Resumen: Aegon se siente algo preocupado por la llegada de su sobrino, temiendo el futuro de su relación con Rhaenyra.

Aegon permaneció sentado detrás de las cortinas de los aposentos de su hermana, apretando sus piernas contra su pecho y descansando su mentón sobre sus rodillas

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Aegon permaneció sentado detrás de las cortinas de los aposentos de su hermana, apretando sus piernas contra su pecho y descansando su mentón sobre sus rodillas.

Jacaerys, había sido el nombre que dijeron pertenecía a su sobrino. Un bebé como su hermano Daeron, si había entendido bien. Un bebé que le robaría toda la atención de Rhaenyra.

Su madre siempre le había dicho que era muy malo portado, siempre dando golpes con la palma en sus muslos cuando hacía algo que no era de su agrado, ¿haría Nyra lo mismo ahora que tenía su propio bebé? pero tan pronto llegó ese pensamiento se descartó, Aegon sabía que ella no lo podría lastimar de esa manera, ¿pero y si lo dejaba de querer? le gustaban sus tardes de té con miel y pasteles de limón, ¿cómo le daría atención si ahora tenía al bebé? ¿qué había de las noches en las que él se escapaba de sus molestas niñeras para dormir en sus aposentos, acunado entre sus cálidos brazos mientras ella le cantaba? ahora seguro le cantaría al bebé.

Tonto bebé, ya no quería conocerlo.

Su llanto acaparó el ruido de la puerta abriéndose, llamando la atención de Rhaenyra tan pronto vio a la silueta de su hermanito a contraluz detrás de la cortina, junto con el ruido de sus sollozos contenidos, avanzando tan rápido como sus dolores post parto le permitían, apartando con cuidado la tela.

—¿Qué hizo llenar de lágrimas esos dulces ojitos, dōna rūs zaldrīzes?—cuestionó con preocupación, desean poder agacharse hasta su altura. (dulce bebé dragón)

Sin poder contenerse, Aegon se levantó rápidamente, apretandose contra ella mientras reposaba su cabeza contra su estómago, alejándose espantado cuando un pequeño quejido de dolor salió de su hermana, mirándolo con temor.

—Yo n-no quería...

—Está bien, dulce bebé, no lo sabías—murmura, refiriéndose a sus dolencias—Ven, cuéntame que está mal—tomando su mano, Rhaenyra lo lleva hasta los sillones, en los que se sienta con cuidado y lo ayuda a subir hasta quedar a su lado, limpiando sus mejillas cubiertas de lágrimas secas con dulzura. Temía por un momento que Alicent le hubiera hecho algo muy malo. Ya no había un ápice de cariño entre ellas, pero aún le sorprende que lo que ella recordaba como una buena muchacha sea tan cruel con un niño, más uno tan dulce como Aegon. Su Aegon.

—Por favor quiereme, hermana—suplicó el niño entre sollozos, recostando su cabecita en las piernas de la mayor, aferrandose a la única fuente de cariño que conocía.

Rhaenyra sintió como si las costillas se hubieran contraído hasta apretar todos los órganos de su cuerpo, causando una angustia asfixiante, ¿quién le había dicho que ella lo iba a dejar de querer?

—¿De dónde sacaste eso, Aegon?—pasó las manos con delicadeza por sus suaves mechones platino, esperando su respuesta.

—Tienes un bebé propio ahora, no me necesitas más...—admitió con vergüenza.

Ante su respuesta, Rhaenyra lo tomó lo mejor que pudo, acomodando su pequeño cuerpo contra el suyo, con una pierna a cada lado de sus caderas y apoyándolo contra su pecho, como si quisiera proteger al niño con su cuerpo de las maldades que rodean el mundo.

Su hermanito, su dulce Aegon, su dulce hermanito. Todo suyo para querer y cuidar, ¿cómo podría algún día dejar de quererlo? Su Jace era precioso, un bebé regordete de carácter tranquilo que amaba con todo su ser, pero su corazón era lo suficientemente grande para albergar a ambos.

—Mi Jace será el heredero al trono después de mí, así como mi segundo niño será el heredero de Driftmark—comenzó a hablar, acariciando sus mejillas, dejando besos en su frente y algunos en esa tierna naricita de botón—pero tu, mi dulce niño, será el único que siempre será todo mío. Mi lindo hermanito del que siempre voy a cuidar y al que siempre voy a querer.

—¿Aunque me porté mal y sea una desgracia para mi madre?—preguntó, repitiendo las palabras que escuchaba de su madre y su abuelo.

—No eres una desgracia para nadie, tesoro, ¿cómo podría ser un dulce bebé como tú ser una desgracia? Mira esos ojitos bonitos y esos cachetes podría...

—¡Ay no, Nyra, por favor no!—rió, recibiendo los falsos intentos de su hermana de mordisquear sus mejillas mientras sus dedos le picaban las costillas.

Rhaenyra sonrió en respuesta, conteniendo la risa que le haría doler su vientre bajo si la dejaba salir de sus labios.

—¿Quieres conocer a tu sobrino, mi niño?—niño cuestiono, una vez que sus cosquillas acabaron, mirando las rojez en el rostro de su hermano, permitiéndole respirar.

Aegon dudo por un momento, aún sintiendo dudas sobre el pequeño bebé, pero acabando por aceptar ante las seguridad que le brindaba su hermana. Él siempre confiaría en ella.

Fue presentado a su sobrino esa misma noche, permaneciendo encantado pocos minutos después de que el bebé haya abierto sus ojos, extendiendo sus pequeñas manos hacia él.

Ahora, las tardes de té y pasteles sucedían en el jardín, donde él podía seguir a Jace mientras le enseñaba a gatear y caminar, así como las noches en las que él se pasaba a su cama, Jace permanecía entre ambos, con Rhaenyra viéndolos mientras Aegon trataba de enseñarle a su sobrino a decir su nombre correctamente, terminando con Egg, como apodo, trayendo al deleite del reino viejos recuerdos de como acabo siendo Nyra.

Champiñón siempre cuenta en sus relatos como el príncipe Aegon montó a su dragón sin permiso de los reyes en cuanto se enteró de que su hermana partiría a Dragonstone, siguiendo de cerca el barco mientras la reina permanecía gritando a los cielos y el rey no hacía más que soltar grandes carcajadas, viendo el acto de rebeldía como una muestra de cariño a su hermana. El bufón jamás decía lo que opinaba realmente, podría costarle la cabeza en oídos equivocados, pero estaba seguro de que el viejo rey también se alejaría lo más posible de la amargada reina si pudiera.

Aegon II Targaryen, la alegría de la reina dragón, lo llamaron en vida por las calles del reino.

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