En una soleada mañana de sábado, la tranquila atmósfera de la cafetería "Café del Alma" se vio interrumpida por el sonido estridente de la campana que anunciaba la entrada de un nuevo cliente. Ana, una joven comediante de cabello rizado y ojos brillantes, irrumpió en el lugar con una energía contagiosa. No pasó desapercibida, atrayendo las miradas curiosas de los demás clientes.
Carlos, un abogado serio y de apariencia impecable, estaba sentado en una esquina, inmerso en la lectura de un expediente. Al levantar la vista, sus ojos se encontraron con los de Ana, quien le dirigió una sonrisa radiante antes de dirigirse al mostrador.
—¡Buenos días! —saludó Ana con entusiasmo, captando la atención del camarero.
Carlos resopló y volvió la mirada hacia su documento, intentando ignorar la presencia bulliciosa de la recién llegada. Sin embargo, su intento fue en vano cuando Ana se acercó a su mesa con una taza de café en la mano.
—¿Te importaría si me siento aquí? —preguntó Ana, señalando la silla frente a Carlos.
—Sí, me importa —respondió Carlos secamente, sin levantar la vista de su trabajo.
Ana se encogió de hombros y tomó asiento de todos modos, ignorando la actitud hostil de Carlos. Decidió romper el hielo con una broma.
—¿Qué tal si dejamos de lado la seriedad por un momento y compartimos risas? —propuso Ana, con una sonrisa pícara.
Carlos levantó la mirada con expresión de incredulidad.
—Lo siento, no tengo tiempo para juegos. Estoy ocupado trabajando —dijo, señalando el montón de papeles frente a él.
—¡Vaya! Un abogado serio —comentó Ana, fingiendo estar impresionada—. Supongo que no tienes mucho tiempo para divertirte.
—Exacto. Prefiero ser serio y responsable a ser irresponsable y frívolo como algunas personas —respondió Carlos con frialdad.
Ana fingió un gesto de ofensa, colocando una mano en su pecho.
—¡Oh, vaya! ¿Estás hablando de mí? Bueno, déjame decirte que soy tan responsable como cualquiera. Además, ¿quién dice que divertirse y ser responsable son mutuamente excluyentes?
Carlos frunció el ceño ante la respuesta de Ana, sintiéndose irritado por su actitud desenfadada.
—Creo que deberías concentrarte en tu trabajo en lugar de molestar a los demás —dijo Carlos, volviendo a sumergirse en su expediente.
Ana rodó los ojos y decidió no insistir más. Tomó un sorbo de su café y comenzó a leer el menú. Sin embargo, no pudo evitar pensar en la extraña interacción con el apuesto hombre. A pesar de su actitud hosca, Ana percibió una chispa de curiosidad en los ojos de Carlos, lo que la dejó intrigada.
Mientras tanto, Carlos también se encontraba reflexionando sobre su encuentro con Ana. Aunque inicialmente la consideró molesta e intrusiva, no pudo evitar sentir cierta atracción hacia su espíritu libre y su sentido del humor. Por primera vez en mucho tiempo, Carlos se encontraba deseando más que una simple conversación con alguien.
El destino había unido a dos personas completamente opuestas en aquella cafetería, dejando en el aire la promesa de una historia que estaba destinada a ser tan complicada como divertida.
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Tiempo de Amor
Short StoryLa cautivadora historia de una pareja cuyo romance comienza en medio de situaciones cómicas y enredos amorosos. Ana y Carlos, dos personas completamente diferentes pero destinadas a estar juntas, navegan por las complejidades del amor y la convivenc...