Capítulo 2

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El día que decidí confesarle mis sentimientos a Axel, el nerviosismo se apoderó de mí desde el momento en que abrí los ojos por la mañana. Cada pensamiento estaba lleno de preguntas sin respuesta: ¿Cómo reaccionaría? ¿Sentiría lo mismo por mí?

A pesar de mis dudas y temores, sabía que no podía seguir guardando mis emociones en lo más profundo de mi ser. Necesitaba expresar lo que sentía, aunque eso significara arriesgar nuestra amistad.

Después de las clases, me dirigí a la biblioteca, el lugar donde nuestra amistad había comenzado y donde esperaba que floreciera algo más. Encontré a Axel sentado en una mesa, sumergido en un libro.

Me acerqué lentamente, con el corazón latiendo desbocado en mi pecho.

—Hola, Axel —lo saludé, tratando de mantener la calma a pesar de mi agitación interna.

—Hola, Julia —respondió, levantando la vista del libro y sonriéndome con ternura—. ¿Cómo estás?

—Bien, gracias —dije, sentándome frente a él—. Hay algo que necesito decirte.

Axel frunció el ceño ligeramente, como si percibiera mi nerviosismo.

—¿Qué pasa? —preguntó, preocupado.

Tragué saliva y reuní toda mi valentía antes de hablar.

—Axel, he estado pensando mucho en nosotros últimamente —empecé, buscando sus ojos avellana—. Y... hay algo que necesito decirte.

Un silencio tenso llenó la habitación mientras esperaba su respuesta. Sentía el peso de sus ojos sobre mí, como si pudiera ver a través de mí y leer mis pensamientos más íntimos.

—¿Qué es? —preguntó, su voz apenas un susurro.

Inspiré profundamente y solté las palabras que había estado ensayando en mi mente una y otra vez.

—He estado sintiendo algo por ti, algo más que amistad —confesé, con el corazón en la garganta—. Me gusta Axel.

El silencio que siguió fue ensordecedor. Podía sentir el peso de su mirada sobre mí, pero no me atrevía a levantar la vista para ver su reacción.

Finalmente, después de lo que pareció una eternidad, Axel habló.

—Julia... —susurró mi nombre, y pude percibir la sorpresa en su voz.

Me atreví a levantar la mirada y encontré sus ojos avellana buscando los míos con una intensidad que me dejó sin aliento. Había una mezcla de emociones en su rostro: sorpresa, confusión y algo más que no pude identificar de inmediato.

—No sé qué decir —confesó finalmente, su voz llena de incertidumbre.

El corazón me dio un vuelco al escuchar sus palabras. ¿Qué significaba eso? ¿Acaso no sentía lo mismo por mí? El miedo y la decepción comenzaron a apoderarse de mí, pero me esforcé por mantener la compostura.

—Lo siento si te he hecho sentir incómodo —dije, tratando de ocultar mi dolor tras una sonrisa forzada—. No quería arruinar nuestra amistad.

—No, no es eso —respondió rápidamente, su expresión suavizándose al ver mi angustia—Es solo que... esto es una sorpresa para mí. No esperaba... bueno, esto.

Una chispa de esperanza se encendió en mi interior al escuchar sus palabras. ¿Acaso había una posibilidad de que sintiera lo mismo por mí? Pero no quería dejarme llevar por la ilusión hasta estar segura de lo que él quería decir.

—Entiendo —murmuré, luchando por mantener la calma—. No tienes que responder ahora mismo. Solo quería que supieras cómo me siento.

Axel asintió lentamente, como si estuviera procesando todo lo que acababa de decirle.

—Gracias por ser sincera conmigo, Julia. Esto... esto es nuevo para mí también —confesó, con una sonrisa nerviosa.

El alivio me invadió al escuchar sus palabras. Aunque no había recibido una respuesta definitiva, al menos sabía que no había arruinado nuestra amistad con mi confesión. Había abierto la puerta a la posibilidad de algo más, y eso era suficiente para mí en ese momento.

Nos quedamos en silencio por un momento, cada uno perdido en sus propios pensamientos. Pero a pesar de la tensión que aún flotaba en el aire, sentí una conexión más profunda entre nosotros, como si nuestro vínculo se hubiera fortalecido con la honestidad y la vulnerabilidad compartidas.

—¿Quieres que sigamos leyendo? —preguntó Axel, rompiendo el silencio con suavidad.

Asentí con una sonrisa, agradecida por su oferta de volver a la normalidad después de nuestra conversación intensa. Sabía que las cosas entre nosotros podrían ser diferentes a partir de ahora, pero estaba dispuesta a enfrentar cualquier desafío si significaba estar más cerca de él.

Y así, con el corazón lleno de esperanza y la promesa de un futuro incierto, volvimos nuestra atención al libro sobre la mesa y dejamos que las palabras nos llevaran a un mundo donde el amor era posible.

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