Capítulo 3

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Después de mi confesión a Axel, las cosas entre nosotros cambiaron ligeramente. Aunque continuábamos siendo amigos cercanos, había una nueva tensión entre nosotros, una especie de anticipación por lo que el futuro podría depararnos.

Sin embargo, no todo era tan sencillo como había esperado. Con el tiempo, comencé a notar la presencia de otra chica en la vida de Axel: Sarah, una compañera de clase que parecía pasar mucho tiempo con él en la biblioteca y en otros lugares del campus.

Al principio, traté de ignorar mis sentimientos de celos, diciéndome a mí misma que eran irracionales y que no tenía derecho a sentirme así. Después de todo, Axel y yo solo éramos amigos, ¿verdad?

Pero cuanto más tiempo pasaba con Sarah, más difícil se volvía ignorar la sensación de incomodidad que me invadía. Sus risas compartidas y su complicidad me llenaban de envidia, y no podía evitar preguntarme si había algo más entre ellos que simplemente amistad.

Un día, cuando pasaba por la biblioteca en busca de Axel, los encontré sentados juntos en una mesa, compartiendo un libro y riendo como si fueran los mejores amigos del mundo. El dolor y la ira se apoderaron de mí en ese momento, y tuve que dar media vuelta y alejarme antes de que me vieran.

Esa noche, mientras reflexionaba sobre lo que había visto, me di cuenta de que no podía seguir ignorando mis sentimientos. Tenía que hablar con Axel y decirle cómo me estaba sintiendo, incluso si eso significaba arriesgar nuestra amistad.

Al día siguiente, decidí enfrentar mis miedos y hablar con él. Lo encontré solo en la biblioteca y me acerqué con determinación, decidida a expresar mis preocupaciones.

—Hola, Axel —lo saludé, tratando de mantener la calma a pesar de mis nervios—. ¿Puedo hablar contigo un momento?

Axel levantó la vista del libro que estaba leyendo y me dedicó una sonrisa amistosa.

—Por supuesto, Julia. ¿Qué pasa? —preguntó, preocupado por mi expresión seria.

Tragué saliva y reuní todo mi coraje antes de hablar.

—He notado que has estado pasando mucho tiempo con Sarah últimamente —comencé, luchando por mantener la calma—. Y... bueno, tengo que admitir que me siento un poco celosa.

El rostro de Axel se tensó ligeramente, como si no esperara que yo mencionara ese tema.

—Lo siento si te he hecho sentir incómoda —dijo, su voz llena de preocupación—. Sarah y yo somos solo amigos, no hay nada más entre nosotros.

Su respuesta me llenó de alivio, pero también de dudas. ¿Podía confiar en sus palabras? ¿O había algo más que no me estaba diciendo?

Decidí darle el beneficio de la duda y creer en su sinceridad. Después de todo, si no podía confiar en Axel, ¿en quién podía confiar?

Nos quedamos en silencio por un momento, cada uno perdido en sus propios pensamientos. Pero a pesar de la tensión que aún flotaba en el aire, sentí una sensación de alivio al haber compartido mis preocupaciones con él.

Y así, con la promesa de una mayor comunicación y confianza entre nosotros, continuamos nuestra amistad, sabiendo que juntos podríamos superar cualquier obstáculo que se interpusiera en nuestro camino.

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