La Maldición De La Felicidad

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Ada sintió el sol del amanecer en su rostro, sabiendo que no duraría mucho. Mientras repasaba mentalmente todo lo que estaba por suceder, sentía cómo la locura amenazaba con controlarla antes de lo planeado.

Después de apreciar la intensa y cálida luz que desprendía el sol, decidió emprender su viaje hacia el laberinto que conocía mejor que la palma de su mano, lo único que separa a los humanos de las criaturas fantásticas que habitaban el bosque encantado ubicado al final de esos pasadizos confusos, construidos con arbustos de tres metros.

Tal como esperaba, apenas entró al bosque, el mundo se oscureció, resultado del eclipse que se alzaba en el cielo. Respiró profundamente; el tiempo empezaba a correr. Caminó por el bosque con tanta determinación que no tardó en llegar al lugar donde se encontraba el elixir que acabaría por sumergirla en la locura. Las hadas que lo custodiaban estaban tan distraídas por el eclipse que Ada pudo beber el líquido de un solo trago sin problema alguno.

El líquido, que daba la impresión de ser oro, le produjo una oleada abrumadora de felicidad y euforia, convirtiéndose en su maldición, pues con el pasar del tiempo, esa euforia se convertiría en manía. Ada tenía previsto caer en la locura, pero no en aquella que la convirtiera en una adicta a la felicidad condenándola a la búsqueda interminable de esta. 

Incapaz de distinguir entre la felicidad genuina y la ilusión creada por el elixir.

Voces del SilencioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora