Aburrido era la palabra que definía el estado mental de Ryomen Sukuna durante los últimos ciento cincuenta años.
Desde que su fuerza se había vuelto absoluta, el alfa ya no peleaba en batallas como al comienzo de su ascensión y con el paso de las décadas y el exterminio de los pocos hechiceros restantes, sus días de sangre y matanza se habían convertido en días ociosos sumergidos en silencio y soledad. Ahora, como único gobernante supremo de Heian-Kyõ, nadie cuestionaba sus órdenes y después de la gran última batalla hace ciento cincuenta años, se había establecido una paz falsa que llevó a todos a pensar tontamente que Ryomen estaba satisfecho, lo cual era algo erróneo.
Sin nada que hacer más que sentarse en el piso de madera de lo engawa de la residencia donde Uraume había elegido pasar esa noche y fumar su kiseru, Sukuna comenzó a pensar por qué había abandonado su propiedad principal.
Con sus días volviéndose cada vez más tediosos de lo habitual, el maldito sintió cuando un miasma oscuro comenzó a cubrir sus cuatro ojos azules por más tiempo del que le hubiera gustado, pero tan pronto como apareció desapareció cuando llegó a sus oídos nuevas informaciónes sobre los clanes.
La primera gran noticia le había llegado décadas atrás con el nacimiento del heredero del clan Gojo, un niño bendecido con los seis ojos. El alfa dominante creyó que finalmente pelearía en una batalla digna de su nombre y tal como era de esperar, en el momento en que el niño se convirtió en poco más que un adolescente hormonal, vino a su encuentro. Sin embargo, por mucho que la batalla le resultara divertida, no fue tan satisfactoria, ya que siguió adelante y dejó al chico casi muerto detrás de él, con la dulce expectativa de que se volvería más fuerte en el futuro y que sus caminos una vez más se volverían a cruzar.
Y tal como lo deseaba, sucedió, pero todas sus expectativas se vieron frustradas cuando Gojo no quiso pelear contra él, diciendo que era una gran pérdida de tiempo y energía, haciendo que Sukuna anhelara matarlo pero ignorando este deseo, solo para expulsar al hombre de su residencia, quien sin ningún sentido de autoconservación insistía en regresar, por lo que afirmaba ser una reunión casual de viejos amigos, a pesar de que Ryomen nunca le había dado tal título al albino.
Sin más noticias relevantes por un tiempo, el alfa de cabello rosa pálido continuó viviendo sus días como un gobernante temido y odiado, hasta que escuchó el informe de la unión del clan Zenin y el clan Kamo a través de un matrimonio concertado. Lo que hubiera sido insignificante en cualquier otro momento para el ser maldito, pero en ese momento tenía gran relevancia porque era la oportunidad que Sukuna estaba esperando, para que las cosas volvieran a ser divertidas.
Gojo, Zenin y Kamo eran los únicos tres clanes que tenían hechiceros relativamente fuertes según el alfa maldito. Con Satoru ocupando la posición más alta, seguido por Geto Suguro y Okkotsu Yuta quienes también pertenecían a su clan, obviamente tampoco podía olvidar a los dos Zenin que poseían la restricción celestial Toji y Maki, y a Choso, un hijo bastardo de los Kamo con una impresionante técnica de manipulación de sangre. Seres poderosos que nunca se enfrentarían a él de buena gana, pero que aún eran alfas cautivos de sus instintos y que con el estímulo adecuado, bailarían con gracia para él.
Por eso en ese momento Ryomen Sukuna estaba en movimiento, si los hechiceros no querían pelear los haría dar el primer paso, lo único que necesitaba era robar un omega y los demás harían el resto; siendo Zenin Megumi el nombre del omega en cuestión.
Según los relatos, era un joven de cabello negro y ojos azules, de innegable belleza y una poderosa técnica; las diez sombras. Obviamente la intención del alfa dominante era solo usar al chico para provocar una nueva guerra, pero estaba inclinado a divertirse un poco con él, ya que la mayoría de los omegas eran personas sin ningún rastro de energía maldita y que después de ser utilizadas por un tiempo se rompían con facilidad, tener un juguete nuevo tan resistente y no usarlo era prácticamente una herejía.
Así que con un falso rumor de que buscaba a alguien que concibiera a sus cachorros, recorrió innumerables pueblos, viendo la desesperación de los lugareños al presentar omegas que no eran más que niños flacos y sucios y escuchando sus súplicas para perdonar los pequeños miserables que no eran de su agrado.
Lo cual siempre le divertía, porque el alfa dominante no podía entender cómo aquellos tontos humanos podían creer que él, un ser divino y etéreo, aceptaría a cualquiera de sus indignos y deplorables hijos como reproductores de su descendencia.
Así que con cada nuevo pueblo, aldea y asentamiento, sin ningún interés simplemente los despedía con un gesto de sus manos y seguía adelante ignorando los suspiros de alivio detrás de él y unas semanas después el maldito finalmente llegó a una propiedad a unos días de caminata de la residencia Zenin.
Ahora todo lo que tenía que hacer era esperar el momento señalado y luego demostrarles a todos una vez más quién era el infame Ryomen Sukuna, el Rey de las Maldiciones.
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Hoshi no Hikari
FanfictionPara proteger a sus seres queridos, Itadori Yuji renuncia a su libertad y se convierte en un sacrificio; sin embargo, no todo es lo que parece y Ryomen Sukuna hará cualquier cosa para que el chico pelirosa entienda.