Capítulo 7

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Sintiendo la suave brisa primaveral alborotar su cabello, Itadori Yuji caminaba por los dominios de su compañero acariciando su hinchado vientre.

Habían pasado muchos meses desde que le había revelado su embarazo a Ryomen, meses en los que Itadori descubrió lo sobreprotector que era el alfa maldito; desde no permitirle hacer su trabajo habitual, hasta incluso seguirlo a todas partes como lo hacía en ese momento.

-Sukuna, ¿no deberías estar trabajando?

Dijo el omega, girándose hacia donde estaba parado su esposo mirándolo.

-¿Y tú no deberías estar descansando en nuestra habitación?

Preguntó, acercándose lentamente.

-¡Me niego a quedar atrapado en nuestro nido ni un minuto más! Especialmente con un clima tan agradable como este.

-Ya falta poco para que nuestro cachorro llegue a este mundo, es necesario que descanse lo máximo posible para que todo salga bien.

Comentó Sukuna, posicionándose detrás de Yuji y sosteniendo su prominente vientre con sus manos inferiores.

-Todo estará bien. Confío en las palabras de Shoko-San, de que nuestro hijo nacerá sin complicaciones.

Ieiri Shoko era una sanadora beta, quien fue la partera responsable de ayudar a Kento a traer al mundo a los tres herederos del clan Gojo; con su trabajo siendo felicitado por el propio Gojo Satoru, Sukuna se aseguró de que la mujer cuidara de Yuji por un tiempo determinado, ya que el alfa de cabello rosa pálido no permitiría que nadie más que Uraume, su fiel sirvienta, fuera la partera de su primogénito.

......

-La cena está lista Yuji-Sama.

Itadori escuchó la voz de Uraume detrás de él, mientras acomodaba las mantas y pieles en su nido una vez más.

Con el momento del nacimiento de su cachorro acercándose, sus instintos omega se hacían cada vez más fuertes, convirtiendo al chico pelirosa en un mar de angustia y preocupaciones. Quería que todo fuera sumamente perfecto, por lo que inconscientemente estaba siempre revisando y moviendo el Kakebuton de lana en la parte central de su nido, así como las sábanas de seda tan blancas como plumas de cisne, que su compañero le proporcionó.

La habitación que ambos compartían, ahora estaba llena de talismanes protectores colgados de las paredes y fuertemente perfumada por el olor a incienso con aromas de flores y especias; así como una cuerda atada firmemente a las vigas sobre el nido. Lámparas de aceite iluminaban el lugar y unos Hibachi con brasas mantenían caliente la habitación, en la esquina noreste de la alcoba había una Kodana de madera donde se guardaban las pertenencias del futuro cachorro, así como unos Tansu de bambú con regalos entregados por los jefes de los grandes y pequeños clanes para el joven heredero.

Siguiendo lentamente a Uraume sintiendo moverse a su hijo, Yuji llegó al comedor y como siempre, se sentó en el regazo de su compañero y fue alimentado por él. Durante la comida hablaron sobre cómo habían pasado el día y Ryomen como siempre, decía cuánto quería simplemente abstenerse de su trabajo y pasar todo el día con su esposo.

Después del final de la cena, los dos se sentaron en lo engawa con el alfa dominante fumando su Kiseru y el omega de cabello rosado tocando el Shamisen. Habrían permanecido en el lugar hasta que el sueño los convocara a sus dominios, si un grito estridente no hubiera escapado de los labios de Yuji, indicando que el cachorro tan esperado por todos estaba en camino.

Hoshi no HikariDonde viven las historias. Descúbrelo ahora