Beso francés (parte 2 de interrupción)

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Charlie no había podido dejar de pensar en lo que pasó el día anterior, y su cuerpo tampoco la dejaba, gracias a que Vaggie apareció poco después con otro problema ella pudo olvidarse un momento de lo sucedido, pero ahora, mientras acomodaba nuevos archivos en su oficina no podía evitar recordar el suceso.
Un escalofrío recorrió su espalda, ella trató de ignorarlo hasta que unas manos con afiladas garras la tomaron para girarla, la princesa chilló por la repentina acción viendo de frente a su socio, sus mejillas se enrojecieron y el recuerdo volvió a cobrar vida.

—Me alegra haberte encontrado querida. —dijo inclinándose hacia ella.

—En serio, b-bueno aquí estoy ¿Para que me buscabas?. —respondió ella tratando de deslizarse por un lado pero un brazo fuerte le cortó el paso, al mirar al otro lado se dió cuenta que estaba acorralada entre el escritorio y su socio. —¿Al?. —

La princesa lo miraba confundida, como un ciervo ante los faros de un auto, Alastor amplió más su sonrisa inclinándose más hasta quedar a su misma altura.

—Solo cierra tus ojos dulzura. —pidió una vez más.

—Alastor, ¿realmente qué quieres?, —preguntó confundida, ella no quería malinterpretar nada pero su socio se lo hacía muy difícil. —si es otro de tus juegos no es agradable, no se puede jugar así...—

Alastor la tomó de las mejillas apretando y acariciando su redondez, le divertía la inocencia de aquella criatura, una que él disfrutaría de manchar solo para su propio placer, él le mostraría cómo se debía hacer.

—Esto no es un juego dulzura, he tomado una decisión y no estoy dispuesto a fracasar. —dijo antes de besarla, no como el día anterior, esa ocasión no había conflictos internos solo una ferviente sensación que quemaba en su interior y debía ser apagada.

Charlie gritó, pero el sonido fue ahogado en la exigente y desesperada boca de su socio; él la sostuvo con fuerza, mordiendo y lamiendo sus labios con insistencia, insinuando lo que quería que ella hiciera. La princesa no pudo más y abrió sus delicados labios en busca de un poco más de aire, acción que fue tomada por el demonio sobre ella para colarse en su interior.
Charlie por fin soltó un suspiro acalorada cerrando sus ojos como él había pedido, sus piernas temblaban de vez en cuando amenazando con doblarse y dejarla caer, pero sus manos inquietas, buscaban el mejor lugar para sostenerse y apoyarse para no ceder ante él arrebato repentino del demonio de la radio.

Alastor estaba muy complacido cuando sintió a la princesa dejar de resistirse y abrir su boca, acariciando su lengua con la de ella, enredando y soltandola en repetidas ocasiones, Charlie dejó salir un gemido sorprendida por la impecable habilidad de su amante, ¿Amante?, esa palabra sonaba extraña entre ellos pero eso era lo que describía mejor lo que estaban haciendo, porque solo dos amantes se besan  de manera tan salvaje y apasionada, solo los amantes sentían la necesidad de fundirse con el otro. Olvidándose del papeleo que fue tirado al suelo para hacerle un lugar a la pequeña princesa sobre la mesa, Alastor la levantó sosteniendo sus muslos suaves y empujándola hasta que quedó sentada sobre el escritorio, ninguno se separó, ambos perdidos en devorar la boca del contrario, Charlie mordió su lengua desesperada por que se apartara un poco y dejarla respirar, acción que fue respondida con un gruñido que ocasionó un cosquilleo en todo su cuerpo, acompañado de un calor sofocante que bajaba hasta su vientre, apretandose con cada roce de sus labios y caricias en sus costados. Alastor parecía ser un buen besador, generando muchas preguntas en la cabeza de la princesa, ¿Dónde había aprendido eso?, ¿Con quién?, y si ¿era algo que había hecho antes de morir o aprendido en el infierno?, el último pensamiento la molesto, ya que eso implicaba que algún demonio antes que ella había tenido ese placer y privilegio, hecho que le molestó un poco.

Alastor aplicó presión en la parte baja de su espalda, acercándose más hasta que el espacio entre ambos cuerpos dejó de existir, sintiendo el calor del otro y no solo el de sus bocas. Charlie se inclinó hacia atrás con sus brazos alrededor de su cuello, abrazándolo mientras seguían besándose con devoción, esta vez siendo ella quien recibió una mordida en su labio inferior, a la vez que pasaba su mano por su espalda hacia abajo, acariciando con suaves toques hasta llegar a su pierna y levantarla para envolverla alrededor de su cadera. La princesa gimió de nuevo separándose por fin de la boca del contrario; cuando sus ojos se abrieron sus pupilas dorada  estaban presentes, brillando con un deseo desconocido, nadie la había besado así antes, este no fue un beso inocente, o uno que mostrara respeto, era simplemente placer, saborear la boca del otro y llenar sus propios deseos. Alastor se había alejado un poco de la princesa, al fin lo había conseguido, aún así no se sentía satisfecho, necesitaba más de ella, solo que ese aún no era su momento.

—Creo que con eso es suficiente por hoy. —dijo mientras se arreglaba su traje arrugado.

—¿Qué? . —murmuró Charlie aún dentro de la espesa bruma en la que su beso la había dejado.

—No te impacientes dulzura, aún no he terminado contigo y antes de que alguien más nos interrumpa prefiero dejarlo para otro momento. —dijo sosteniendo su barbilla y  dándole un beso rápido como despedida.

Charlie lo miró desaparecer dejando los papeles ordenados en otra mesa y a una desarreglada princesa sobre su escritorio para sorpresa de su propio padre. Ella suspiró, aún sin poder bajar su mente de aquella nueve a la que la había mandado el demonio de la radio con solo un beso, pero que beso, anciano en el fondo ese momento prometido.


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