XXIII.

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Aegon odiaba a los Hightower, pero ahí estaba, rodeado de la asquerosa familia de su madre.

Rodeado de viles víboras asquerosas.

Gerard Hightower era el que más le desagradaba.

Era un maldito don nadie que ni siquiera habian tomado como pareja.

Cada que respiraba cerca de él, le daban ganas de ordenarle a Ser Arryk que desenvainara su espada y lo matará.

En momentos como estos deseaba profundamente que Jacaerys estuviera a lado suyo, o estar con él. Pero él estaba en la mesa Targaryen.

Aunque sabía que Jacaerys estaba pendiente de él.

–Así que, primo, te has casado con el siguiente rey, siempre siguiendo los pasos de tu madre, eh –Soltó con burla.

Vio a Aemond tensarse y a todos los demás de la mesa permanecer en un silencio expectante.

–¿Disculpa? –Cuestiono con voz estrangulada.

–Lo que has escuchado –Dijo sonriendo con sorna– has escalado muy alto, tal vez mi tía Alicent tenga algunos consejos para mi –Prosiguió.

Aegon sabía lo que el cabrón quería decir.

No era secreto para nadie que muchos de sus familiares odiaban a su madre por haberse vuelto reina.

Aegon reprimió el impulso de levantarse y estrellar su copa en la cabeza de Gerard. En cambio, dejó escapar una risa fría y despectiva.

–¿Te parece gracioso, Gerard? ¿O simplemente te divierte ser un miserable envidioso? –Aegon arqueó una ceja, desafiante.

Gerard no se inmutó, manteniendo su sonrisa burlona.

–Oh, no te enojes, primo. Solo me divierte ver cómo sigues los pasos de tu madre, como un cachorro obediente.

Aemond apretó los puños bajo la mesa, pero Aegon le lanzó una mirada tranquilizadora antes de volver su atención a Gerard.

–¿Y qué sabes tú de seguir pasos, Gerard? Cada que alguno de nosotros te mira, sólo puede ver un don nadie, alguien que no tiene comparación con la grandeza de su padre.

Gerard se enderezó con indignación, sus ojos brillando con un resentimiento palpable.

–No necesito seguir los pasos de mi padre para demostrar mi valía, Aegon. Y no necesito casarme con una marioneta para tener poder.

Aegon soltó una risa cortante.

–¿Valía? ¿Poder? ¿Dónde están esos supuestos atributos tuyos, Gerard? Todo lo que veo es a un hombre amargado, envidioso de aquellos que han alcanzado lo que tú nunca podrás.

–Cállate, yo demostraré mi valía...

Se vio interrumpido por Aegon:
–Si realmente quieres mostrar tu valía, Gerard, hazlo demostrando tu inteligencia y tu coraje, no insultando a aquellos que has envidiado toda tu vida

Gerard apretó los dientes, pero antes de que pudiera replicar, Aegon le lanzó una última mirada de desprecio y se alejó de la mesa.

Gerard no pudo contener su ira.

–¡Eres solo un asqueroso Targaryen pretencioso! –gritó Gerard, su voz llena de veneno y frustración, atrayendo miradas de sorpresa y desaprobación de los presentes.

Aegon se detuvo por un momento, girando la cabeza hacia Gerard con una mirada gélida.
–Puedes gritar todo lo que quieras, Gerard, pero no cambiará el hecho de que siempre serás una persona insignificante –respondió con calma antes de continuar su camino hacia Jacaerys.

"The dragon jewel"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora