10.- Nicolás Ibañez

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—¡Mamá! — escuché la voz de mis dos hijas en cuanto entraron a la cocina.

—Hola mis amores, ¿cómo les fue?

—Bien, yo tuve examen sorpresa, pero creo que me fue bien. — mencionó Aria

—¿Y a ti, Annia?

—Bien mami, yo solo tuve una exposición.

—Muy bien, ¿qué les parece si van a quitarse los uniformes y lavar sus manos para comer? — asintieron, ambas dejaron un beso en mis mejillas y corrieron escaleras arriba.

Yo salí a la sala para poder tomar sus mochilas y llevarlas al cuarto de tareas.

—¿Quieres comer? — pregunté para Nicolás, quien estaba sentada en el sofá de la sala, viendo su celular.

—Solo haré una colación, comí en el club. —dijo y asentí, enseguida logré escuchar el grito de Annia, Aria debió haberle hecho alguna travesura.


La puerta de la habitación se abrió dejando entrar a Nicolás y enseguida a las niñas.

—Mami, ¿podemos poner música mientras hacemos la tarea?

—No quiero distracciones niñas, la última vez que las deje poner música, las castigue una semana, recuérdenlo. — ambas soltaron un bufido e hicieron pucheros tristes. — está bien, quiero que todo esté correcto, cuando terminen papá o yo las revisamos.

Ambas asintieron felices y salieron corriendo, cerrando la puerta tras de ellas. Tener hijas gemelas, significaban chantajes al doble.

—¿Quieres que te dé un masaje?

—Así estoy bien. — respondí dándole la espalda.

Últimamente la relación con Nicolás no estaba bien, había algo en él que estaba haciendo que no lo tolerara para nada, constantes peleas, muy apenas y podía aguantar tenerlo cerca de mi al dormir, era como si algo dentro de mi lo rechazara.

—Gorda, ¿qué nos está pasando? Ya hasta las niñas me preguntaron si ya no nos amábamos, sus papás ya no son los mismos de antes... — dijo, sentí mi corazón encogerse al escucharlo.

Amaba a mi esposo, con todo mi corazón, creía que toda esta situación derivaba a mi maternidad, a tener que estar centrada en los labores de casa, la educación de las niñas, todo empezaba a ser difícil, ellas estaban comenzando a entrar a la adolescencia. Había días en los que simplemente quería tirar la toalla, pero no podía, mi familia era mi vida, mis dos hijas y Nicola eran todo para mi.

—Gordo no lo sé, créeme que no es mi intención darle esa imagen a las niñas. — dije, sentí como me abrazo, su pecho pegado a mi espalda y su mano en mi cintura me hacían sentir bien en este momento, pero no entendía por qué a veces ni siquiera soportaba tenerlo aún lado mío.

—¿Está todo bien con vos? No se, como te has sentido, quizá son las hormonas, o algo así.

—Puede ser, el método de planificación quizá estar haciéndome pasar por estos cambios, gracias a las hormonas. — dije, sentí su mano meterse debajo de mi blusa, comenzando a rascar mi espalda, haciendo que me relajara un poco

—¿Por qué no pruebas quitándolo? Puedes darte un respiro, si no quieres que pasemos por sustos puedo cuidarme yo, o si nuestro plan ya no es tener hijos, me hago la vasectomía. Eso no es ningún problema gorda, lo único que quiero es que estés bien, que nuestra familia esté bien. — se acercó y besó mi mejilla. — te amo gordita.

—Yo a vos, Nico.





—¡Que hermosa, que estás! — sonreí al escucharlo, cuando estuve a su lado, se acercó a besarme.

IMAGINAS-ONE SHOTS [Club Tigres]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora