La boda

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-Blair, cómo no bajes ya, el chofer dice qué se va sin nosotras.

- ¡Ya voy, no encuentro mi zapato izquierdo!

- Eres una desorganizada

- Y tu una pesada

Abro la puerta y Amelia me mira con mala cara. Llevamos el mismo vestido pero a ella le queda mejor, cómo siempre. Amelia qué odia llegar tarde me agarra del brazo, me arrastra por todo el pasillo hasta la puerta y me mete en la limusina de un empujón. En trayecto a la iglesia, no puedo apreciar el paisaje porque Amelia me está maquillando muy agresivamente. La limusina se para y el chofer nos abre la puerta. Las dos nos quedamos maravilladas. Hay unas 200.000 personas, mil de ellos paparazis, los cuales no tardan en acercarse y fotografiarnos de pies a cabeza. Todos ellos sacan un montón de micrófonos y empiezan a agobiarnos con preguntas sobre la boda. Estamos acostumbradas a esto, al fin y al cabo somos como de la realeza.

- ¿De qué diseñador es el vestido?

- Chanel, obviamente

- ¿Vuestro padre llevará pajarita o corbata?

- No lo sabemos aún

- ¿Qué se siente al qué vuestro padre intente reemplazar a vuestra madre?

- No intenta reemplazarla y estamos muy contentas de qué haya vuelto a encontrar el amor- contesta mi hermana. Sé qué esa pregunta le ha dolido y qué ha estado muy fuera de lugar, pero cómo siempre dice nuestra tía "hay gente qué no sabe hacer su trabajo".

Como si la hubiera invocado, nuestra tía Cinthya se hace paso entre la multitud, nos mete en la iglesia y cierra la puerta. Es el único familiar qué conocemos por parte de madre y, aunque esté mal decirlo, mi tía favorita. Me fijo en la iglesia, los bancos llenos de enredaderas, el altar tiene ya los anillos puestos, esto es precioso. Mi tía me saca de mis pensamientos dándome una cestita con pétalos dentro. ¿Soy la niña de las flores? Maravilloso. Mi hermana lleva una de las arras. La puerta de la iglesia se abre otra vez y entran dos niños. La chica tiene el pelo rizado, ojos marrones y creo qué es un año menor qué nosotras. En cuanto a su vestido, parece un algodón de azúcar pero parece qué le encanta qué sea tan voluminoso. El chico tiene el pelo marrón muy claro, medianamente largo, ojos negros y profundos y cara de no estar pasándoselo bien, normal.

- Hola, soy Cinthya -se presenta mi tía- me encargo de los hijos- dice mientras suelta una de sus características carcajadas.

- Hola, soy Charlotte, encantada- dice la chica sonriendo igual qué cómo hace mi hermana frente a las cámaras.

- Yo soy James.

Mi tía les dice lo qué tienen qué hacer. A Charlotte le ha tocado llevar el otro arra, así qué entrará a la par con mi hermana, James, por otro lado no está nada contento por ir tirando flores. Mi hermana y Charlotte inician una conversación bastante animada y yo me quedo mirando a James. Creo qué es la primera vez qué veo a un chico de mi edad con unos ojos tan oscuros cómo esos, parecen dos agujeros en su cara. Qué mal se me dan las comparaciones. Las puertas se vuelven a abrir pero está vez empieza a entrar mucha gente y se sienta en su sitio correspondiente. Mi padre deja el móvil inexpresivo y se coloca en su posición. Hay cámaras por todas partes, estoy bastante nerviosa pero tengo qué mantener la compostura. Empieza a sonar una canción y todos se callan. Es mi momento: James y yo empezamos a tirar flores de mala gana, cuando vamos a mitad de camino mi hermana y Charlotte empiezan a andar con las arras, justo cómo lo hemos ensayado en casa. De repente, algo se cruza en mi camino y caigo de bruces sobre la kilométrica alfombra color bermellón. Amelia no tarda en venir a mí y levantarme, yo, recobro la compostura y acabo el trayecto intentando no pensar que acabo de hacer el ridículo de aproximadamente cuatro millones de personas. Amelia y yo nos ponemos del lado de mi padre y Charlotte y James, del otro lado. James me guiña un ojo, y enseguida entiendo qué con lo que me he tropezado ha sido su pie. Me dan ganas de matarle pero intento centrarme en lo siguiente. Las puertas se abren y entra una chica de pelo marrón ondulado y un vestido con una cola larguísima. Agatha Wright, mi madrastra. Mi padre, no se preocupó en contarnos qué salía con alguien, solo nos dijo qué se iba a casar. De hecho, ni siquiera sabíamos qué Agatha tenía hijos. Esto va a ser interesante.

Las hermanas LandspellDonde viven las historias. Descúbrelo ahora