23 09 2030

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Las luces parpadeaban con fuerza en el atardecer de la ciudad de Tokio. La gente corría con miedo y ansiedad. Algunas personas sujetaban a sus familias en un abrazo aceptando su destino entre lágrimas, mientras que otras intentaban alcanzar sus automóviles con desesperación para poder huir a algún sitio seguro, pero ya no existía ese lugar.
El temblor en la tierra era intenso y los ventanales de los edificios vibraban. La luna se llenaba de color naranja y el cielo se oscurecía, ocultando los grandes rascacielos. Las luces llamativas de la ciudad se apagaron en un instante, dejando una oscuridad sombría. En una noche común, la luna iluminaría la ciudad en un simple apagón, pero esta vez parecía un simple dibujo. Ni siquiera debía ser de noche a las 17:05. La oscuridad era opaca. No existía sol ni luna. Era un techo con una pequeña mota naranja.

De pronto, la luna desaparece, como si nunca hubiese estado allí, dejando la ciudad en una oscuridad inmensa y un silencio desolador. El frío empezaba a calar en los huesos de todo ser vivo. Segundos después... un crujido en la tierra y un relámpago en el cielo.

Algo el 23 de septiembre de 2030 a las 17:07 había partido el mundo y la vida que se conocía hasta ese momento.

Luces de DalsaiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora