¿Quién es el secuestrado? - Five Hargreeves ✓

19: Creo que me gustas.

____ 𝗔𝘀𝗵𝗳𝗼𝗿𝗱

Medianoche.

Ambos estamos acostados en la cama viendo el cielo por las ventanas del techo.

Pasé el día fuera del almacén, quería pasar el tiempo con papá y Josh en la cena, así que estuve desde la mañana allá.

Y cuando llegué, que fue hace como una hora, Five me evitó a toda costa.

Creo que se enojó porque lo dejé solo al despertar.

—¿No piensas decirme algo? ¿Un insulto siquiera?

Él se mantiene en silencio sin dejar de mirar el cielo.

—No quise lastimar tus sentimientos, solo que creí que no te importaría.

—¿Les hiciste algo? —dice de repente.

—¿Qué?

—Esas chicas con las que salí o eran mis conocidas, un día desaparecieron o simplemente se alejaron de mí sin explicación alguna.

Se voltea a verme con curiosidad.

—¿Tuviste algo que ver? ¿Tú las alejaste?

La verdad no creo que sea necesario ocultarle nada, después de todo él es consciente de que no soy 100% normal.

—Para que negarlo, sí fui yo.

Five se acomoda para quedar mirándome, esperando una explicación.

—Fueron varias.

—¿Qué les hiciste?

—La chica esa llamada Sandy, a ella la amenacé de muerte y la até a una silla, le pedí muy amablemente que se alejara y lo hizo.

Una nueva emoción abarca sus ojos, no sabría decir si es fascinación, pero solo sé que no le molesta en lo absoluto lo que le estoy diciendo.

Así que más confiada le sigo contando.

—¿Recuerdas aquella pelinegra de vestidos rosados ridículos?

—Olivia.

—Esa mera, a ella la ahogué en un tanque de agua sucia y la amenacé con matarla ahí mismo si no te dejaba en paz. Pero su manera ingenua de ser era tan irritante para mí que al final su cabeza acabó nadando con los parásitos.

—Era una buena chica.

—Yo no me centro en si son buenas personas o no, eran un obstáculo en mi camino y solo me deshice de ellas.

—Enferma mental.

—Que te quede de consuelo que al menos no maté a la gran mayoría... O bueno, casi. Pero esa vez fue un accidente, puede que la emoción se me haya salido un poco de las manos.

—Uy gracias, eres tan considerada —el sarcasmo de su voz me encanta.

—Lo sé, no soy tan cruel como crees.