Draco no había vuelto a pisar la sala de menesteres en el periodo de una semana qué bien pudo haber hecho un avance enorme, pero Potter negaba diciéndole qué lo harían pronto. ¿Cuando? No tenía idea. Aquel chico estaba tan seguro qué incluso un día antes de que pudiera recibir la señal, aquel armario estaría reparado. Además, aún era difícil de procesar que este Harry Potter le estuviera ayudando con lo que se supone debería estar en contra. Es como si hubiera olvidado sus principios, valores y la razón verdadera por la cual estaba luchando desde el primer día que se enteró qué era un mago, el niño qué vivió.
Existían tantas dudas de por medio, y ante cada pregunta había una respuesta Dada sin ningún titubeo o secreto. Era cómo si Potter de verdad se hubiera dado la tarea de protegerlo.
Pero tenía que tener en cuenta qué ese era otro universo, otra vida. No era el Draco qué este conocía, era otro totalmente ajeno qué aún lo miraba como un extraño a pesar de que llevaba la cara del chico al cual odia por años. No iba a ser fácil asimilar que tenía una especie de relación romántica con este, es más, ni la tenía ni la tendría para el futuro. En este mundo algo como un romance con Potter estaba tan lejano, ni él mismo se veía de aquella manera tan escandalosa qué le ponía los nervios de punta.
Pero este Potter simplemente no estaba dispuesto a cruzar un límite que había entre los dos, nunca se acercaba más de lo debido ni buscaba otra cosa que no fuese una respuesta simple de su parte. No lo obligaba a nada de lo que su otro yo haya hecho en otra vida.
Y era algo que totalmente agradecía en silencio. No sentirse presionado en hacer algo que no quería.
Al igual que seguir asimilando qué ese miope de cuarta había encontrado la manera de alterar su propio universo y este mismo, para saltar líneas temporales de las cuales no era bienvenido, no era suyo y que rompía varias reglas.
— Estoy alucinando... o has estado cerca de Harry Potter en estos últimos días.
Draco tuvo que salir de sus pensamientos para dirigir su mirada hacia su mejor amigo, Blaise llevaba caminando a su lado durante unos largos minutos en él qué no se atrevía a romper el silencio hasta ahora.
— Es difícil de explicar — respondió.
— Sé qué es difícil de explicar, pero si eso llega a oídos de tu-sabes-quién, no se qué podría hacerte a ti o a tus padres, Draco —murmuró el chico más alto, dejando ver su preocupación ante el contrario.
— Está bajo control, supongo...
— ¿Supones? Estamos hablando de él, no de cualquier otra persona.
— Lo sé...— se detuvo quedando cerca del bosque prohibido, había un límite en aquel sitio y podía sentir que detrás de todos aquellos arbustos podría haber cientos de ojos observando desde la oscuridad.— pero tienes que confiar en mí, yo...
— ¿Has cambiado de bando? ¿Qué quieres...?
— ¡Cállate y déjame hablar, maldita sea, Blaise!
Una mirada de desaprobación y Draco se sintió tan mal por hablarle de aquella forma, más cuando su mejor amigo fue la primera persona en apoyarlo cuando le mostró la marca tenebrosa en su ante brazo. El chico lo había abrazado asegurandole que todo estaría bien y le apoyaría.
Tomó un gran suspiro, dándole una última mirada al bosque maldito y después tomándole del brazo para que siguieran caminando hacia otra dirección.
Blaise no se opuso, simplemente se portó dócil.
— Algo ha pasado y no puedo explicártelo de forma tan relajada, sé qué habrá su momento para cuando eso pase. Sí, Harry Potter tiene algo que ver en esto pero descuida que todo está bajo control. ¿Confías en mí?
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Bajo la luz de luna: [ Harco ]
FanfictionEn una mañana monótona de Hogwarts, Draco siente que las cosas están yendo en una dirección totalmente diferente a la que está acostumbrado. Debería acudir a clases, maldecir a Harry Potter para vivir molestandolo todo el día, pero... ¿por qué las c...