• 06 : Villano o héroe.

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— Tampoco estoy feliz de volver a ver esa mirada de desagrado hacía mi persona, Malfoy.

Draco estaba más qué asustado cuando un Ronald Weasley de personalidad diferente estaba enfrente suyo. Solo podía parpadear un poco, y notar cómo Potter simplemente estaba más interesado en saber cuál pieza del ajedrez mágico debía de mover.

¿Que demonios estaba pasando?

— ¿Acaso es una reunión de payasos o qué? — Murmuró, aún desde la esquina de aquella sala.

— No comprendo como te enamoraste de este tipo — dijo Ron hacia Harry, moviendo una pieza de ajedrez.

— Tiene su encanto.

— ¡Estoy aquí presente, hijos de... — la grosería quedó en su boca cuando ambos habían girado a verle— su mamá...

Entonces ellos devolvieron su vista hacia la tabla de ajedrez, Draco se sintió confundido de inmediato. ¿!Por qué estos dos le ocasionaron escalofríos!?

— Solamente para ti. Lidiaba más con su versión adulta, este todavía está inmaduro, la adolescencia supongo yo...

— ¿A esa edad qué no hacíamos?

— Bueno, uno llega a pensar que su versión adolescente es la más vergonzosa de toda su vida.

¿Qué no eran conscientes de qué el estaba ahí presente? ¡Eso era de mala educación!

A pesar de qué quería decir algo más, simplemente podía acomodarse en el sofá de aquella cabaña, tan cercano a la chimenea como si fuera su único consuelo de encontrar un poco de calor hogareño. Rodeado de completos desconocidos, uno que juraba amarlo y otro qué odiaba pero ahora no sabía si estaba bien odiarlo o no.

Ah, y contando que eran prófugos de la sociedad mágica. Vaya lío en él qué estaba metido.

Seguro todos estaban confundidos sin saber por quién debían correr primero, por Lord Voldemort o por Harry Potter. Quisiese ver desde primera fila pero no podía. Y no podría.

Notó cómo ambos hombres se ponían de pie para terminar de jugar, y de repente habían salido de la cabaña cuando la presencia de alguien se sentía en las afueras de la zona protegida. Por curiosidad, se acercó a la ventana cercana al sofá para abrir un poco de las cortinas y ver cómo los dos chicos se apresuraban hasta salir del perímetro de seguridad, de esa forma, ya no podía verlos más.

¿Qué pasó? ¿Por qué de repente se habían ido de la nada? Quizás algo grave como para correr de aquella manera.

En lo que pensaba, notó qué aquellas dos figuras volvían a hacerse presentes ante sus ojos, solo falsa alarma. Estaba a punto de volver a la misma posición de antes, pero notó otras dos figuras que venían caminando a la par de ellos. Uno era alto y la otra era más baja, entrecerrando un poco sus ojos, sintió qué el corazón podría salirse de su pecho con tanto latido intenso de un momento a otro.

Sin pensarlo había apartado la cobija que había tenido en sus piernas para resguardarse del frío, cruzó la sala y el pasillo que llevaba hacia la salida.

Una sonrisa amplia iluminó su rostro apenas notó qué aquellas dos figuras recién llegados, alzaban sus manos en una forma de saludo y anunciando su llegada. No pudo esperar más, ni siquiera pudo soportar tanta emoción. Salió de la cabaña a pasos agigantados que poco a poco se convirtieron en estar trotando hasta que pudo llegar con la figura más alta, lanzandose a sus brazos y sintiendo como era correspondido.

— ¡Padre... ! — dijo con emoción, mirando a la otra figura y sonriendo cuando ella alzó su diestra para darle golpecitos en el pecho.— ¡Madre! ¿Cómo es qué...?

Bajo la luz de luna: [ Harco ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora